En esta oportunidad traemos la crónica del concierto de McCartney en el Estadio Centenario de Montevideo del pasado sábado 19 de abril. Esta es la publicada por el diario El País de Montevideo.
La nota está firmada por Alejandra Volpi [quien también le hiciera una entrevista que hemos reproducido en ABBEY ROAD oportunamente] y la transcribimos íntegramente.
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La leyenda de inspiración infinita
Durante tres horas de música en vivo, Paul
McCartney provocó delirio en las 50 mil personas que colmaron las
instalaciones del Estadio Centenario anoche, en el inicio de su gira
sudamericana Out There.
ALEJANDRA VOLPI
20 abr 2014
20 abr 2014
En el ingreso al estadio había puestos que
ofrecían mercadería oficial del artista, remeras, programas, canguros
con la firma de Macca estampada en el pecho y llaveros. La antesala del
espectáculo, sobre las 20:15 horas, estuvo marcada por la exhibición de
fotografías de todas las épocas del beatle en las pantallas de led
gigantes ubicadas a ambos lados del escenario.
El show comenzó
20:45 con el tema Eight Days A Week. Paul apareció vestido de negro y
con su característico bajo Höfner, ante la multitud que lo ovacionaba de
pie. "¡Buenas noches Montevideo" ¡Bienvenidos, uruguayos! Estoy muy
contento de verlos otra vez", dijo en español antes de interpretar All
My Loving. "Esta noche intentaré hablar un poco en español, pero más que
nada en inglés", bromeó.
"Voy a tomarme un momento solo para
mirarlos", agregó luego de cambiar el bajo por una guitarra eléctrica
para tocar Let Me Roll It, de su etapa con Wings. Más adelante, para
Paperback Writer, se colgó la misma guitarra que usó durante los años
60.
Macca mantuvo la interacción con el público todo el tiempo.
Incluso pidió que levantaran la mano quienes eran de Uruguay y aquellos
que habían venido desde el extranjero. Tampoco faltó el ritual de
estamparle la firma a dos chicas en el cuerpo.
El concierto
recogió uno de los catálogos más queridos de la música popular con
canciones que cruzaron su carrera, como solista, miembro de Wings y como
un Beatle. Tampoco faltaron títulos de sus obras más recientes. Uno de
los momentos más especiales fue durante la interpretación de su mejor
entrega romántica de los últimos años, dedicada a su esposa Nancy
Shevell (presente en el concierto), My Valentine, que cantó sentado al
piano. "La escribí para mi hermosa esposa", comentó mientras de fondo se
exhibía el videoclip protagonizado por Depp y Natalie Portman.
Uruguay
fue testigo de algo único: por primera vez en Sudamérica, McCartney
presentó en vivo Another Day, anunciada en español, y también Lovely
Rita.
Cuando llegó el turno de Blackbird una parte del escenario
se elevó varios metros ubicando al músico en las alturas. Ése fue uno
de los recursos técnicos de mayor impacto dentro del monumental
despliegue de Out There. Allí continuó con Here Today, el homenaje a
John Lennon y minutos más tarde recordó a George Harrison con una
versión intimista (con ukelele) de Something.
El público también
tuvo un lugar especial en la noche: Paul hizo One After 909 de The
Beatles a pedido expreso de uno de los espectadores. "¿Ahora estás
contento?", preguntó al fanático que bailaba con desenfreno. Para los
temas de New, su último y elogiado trabajo, en el que muestra una
inagotable capacidad de inspiración y de actualización permanente, el
escenario se vistió a semejanza del logo que acompaña al disco. No
faltaron Queenie Eye, cuyo videoclip cuenta con la participación de
varias estrellas, Everybody Out There, el tema que da nombre al álbum y
Save us.
El repertorio se paseó por muchos de los clásicos de The
Beatles que el público quería escuchar: And I Love Her, Lady Madonna,
Eleanor Rigby, Ob-La-Di, Ob-La-Da, Let It Be, Live And Let Die fueron
algunos de ellos. Pero en los dos bises que realizó hubo más: llegaron
Get back, Day Tripper y el himno nostálgico Yesterday.
McCartney
visitó por segunda vez Montevideo con un despliegue técnico más
ambicioso que en 2012, un escenario que midió 70 metros de ancho por 22
de alto y 650 metros cuadrados de pantallas de led que sirvieron de
eléctrico marco. El montaje, que requirió del trabajo de 500 operarios,
contó con una plataforma para acercar al artista al público y un nuevo
sistema de iluminación con láser. Pirotecnia y efectos especiales
completaron la fórmula exitosa del cantautor más grande de la historia
de la música pop que continúa en actividad y que no piensa retirarse.
El
beatle hace bien en seguir apoderándose de las audiencias masivas
porque está en forma, su voz permanece intacta y el bagaje histórico que
lo sustenta es tan voluminoso y grandioso como su capacidad de no
estancarse.
Su asistencia a conciertos de figuras jóvenes
tampoco es en vano: a nivel de puesta en escena, Macca nada tiene que
envidiarle a las nuevas generaciones del pop y éstas, a su vez, no dudan
en tomarlo como ejemplo. Y no es para menos: este es el mejor concierto
de rock al que se puede asistir.
En la entrevista exclusiva que ofreció a El País
el británico decía que una de las características más interesantes de
Out There es la coherencia que logran mantener entre sí las canciones de
distintas épocas que reúne a lo largo de tres horas en vivo. "Me gusta
elegir canciones de épocas diferentes y tocarlas en un concierto porque
además lo increíble es que todas tienen coherencia, tienen sentido
juntas. Todas están relacionadas". En el show se acordó de Luis Suárez y
lamentó que no pudiera estar presente. "Él está en Liverpool y yo estoy
aquí".
Un show de nivel mundial
Se calcula que 50 mil personas colmaron las
instalaciones del Estadio Centenario que por segunda vez en su historia
fue intervenido para albergar ese aforo.
De Brasil llegaron unas 4 mil personas mientras que de Argentina, donde también se disfrutaba del fin de semana largo, asistieron unos 7 mil fanáticos que agotaron con bastante anticipación la capacidad hotelera de Montevideo y los pasajes para cruzar el río. Pero además, en la página web del artista se registraron compras de tickets en España, Italia, Reino Unido, Estados Unidos, Perú, Chile Brasil y hasta Sudáfrica.
Los más fanáticos lo esperaron con carteles y con globos de colores. Muchos lucieron remeras alusivas a la gira Out There y hasta un espectador asistió vestido como el personaje Sgt. Pepper. Durante Let it be la tribuna se pobló de luces de celulares. Se sentía el calor de la pirotecnia en las primeras filas cuando llegó Live and let die. Hubo muchas formas de vivir el concierto que alegró a varias generaciones.
Él prometió volver.
[Esta nota fue levantada y reproducida luego por varios medios de prensa extranjeros, especialmente de países donde McCartney va a actuar en breve como Chile y Perú.]
Seguiremos trayendo otras notas de prensa. La magnitud del evento bien lo vale.
Hasta entonces
De Brasil llegaron unas 4 mil personas mientras que de Argentina, donde también se disfrutaba del fin de semana largo, asistieron unos 7 mil fanáticos que agotaron con bastante anticipación la capacidad hotelera de Montevideo y los pasajes para cruzar el río. Pero además, en la página web del artista se registraron compras de tickets en España, Italia, Reino Unido, Estados Unidos, Perú, Chile Brasil y hasta Sudáfrica.
Los más fanáticos lo esperaron con carteles y con globos de colores. Muchos lucieron remeras alusivas a la gira Out There y hasta un espectador asistió vestido como el personaje Sgt. Pepper. Durante Let it be la tribuna se pobló de luces de celulares. Se sentía el calor de la pirotecnia en las primeras filas cuando llegó Live and let die. Hubo muchas formas de vivir el concierto que alegró a varias generaciones.
Él prometió volver.
[Esta nota fue levantada y reproducida luego por varios medios de prensa extranjeros, especialmente de países donde McCartney va a actuar en breve como Chile y Perú.]
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Aquí les dejamos otra nota interesante también publicada por El País de Montevideo. Su autor, en este caso, es Jorge Aldea. También la reproducimos íntegra.Crónica del concierto de Paul McCartney
De escéptico a convencido por Paul
Un "rolinga" fue al concierto del sábado y salió convencido: Paul también es rock.
Jorge Aldea
lun abr 21 2014 15:28
Érase una vez un apasionado rockero que
decidió ir a ver a Paul McCartney al Centenario. No lo hizo plenamente
convencido. No se fiaba del estado de la voz del exbeatle, de la cual
tenía la lejana impresión de haber tenido un mal envejecer.
Al rockero le preocupaba también el repertorio, ya que temía un recital basado en la carrera individual del artista.
Pero llegó el día y, mientras el rockero aguardaba
temió lo peor al escuchar las versiones electrónicas de los Beatles que
sonaron en los minutos previos al show. Más aún cuando apareció
McCartney con una primera canción (Eight Days A Week) que interpretó bastante baja de volumen.
Se corrigió el error técnico y la música comenzó a
sonar con la suficiente potencia como para llegar a los corazones del
público. Y a partir de ahí todas las incertidumbres previas de nuestro
protagonista fueron derrumbándose de a una.
Lo primero que le arrancó una sonrisa fue la voz de
Mccartney, muy rejuvenecida respecto a otras etapas y que sólo llegó a
resentirse en el tramo final, en cualquier caso de manera casi
imperceptible. El rockero recordó las absurdas discusiones de pandilla
que dibujaban una línea infranqueable entre el “pop” de los Beatles y el
“rock” de los Stones, porque logró entender que su raíz y sentido
inicial eran los mismos.
Las diferencias, separaciones y comparaciones de
estilos llegarían con el paso del tiempo, la exposición a los medios y,
sobre todo, al repartirse el público de prácticamente el planeta
entero.
McCartney nunca abandonó el rock ni el sentido
musical, ni en el espiritual: tiene que quedar algo muy especial por
dentro para que un hombre de su edad, con una de las mayores fortunas
del Imperio Británico, con todo el reconocimiento mundial e histórico a
su favor y con multitud de negocios entre manos se resista a quedarse en
casa disfrutando de lo cosechado desde la tranquilidad.
Si se piensa fríamente, gran parte de la magia que
empuja a un público tan variado a un espectáculo así, es simplemente el
hecho de formar parte de algo histórico. Usted, aunque no escuche música
clásica más allá de la que suena en los anuncios de perfumes, iría a
ver a Vivaldi o a Mozart si tuviera la oportunidad. Sería extraño que en
los próximos 200 años no hubiera una nueva revolución musical, pero
hasta que eso ocurra Beatles y Stones seguirán siendo la mayor
referencia mundial.
Esta reflexión terminó con la última duda de nuestro
joven rockero, que antes del recital jugaba a imaginar el ambiente si la
banda hubiese sido la de Jagger y Richards. Concluyó que hubiera sido
el mismo, el público hubiera sido igual de variado, los precios
parecidos y la emoción también colectiva. Y volvió a su casa feliz,
contento y con la sensación de que estuvo donde tenía que estar:
compartiendo en directo el fervor pop de una de las mayores leyendas
vivas de la música..
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Seguiremos trayendo otras notas de prensa. La magnitud del evento bien lo vale.
Hasta entonces
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