Recién estoy llegando del Estadio Centenario y tengo la emoción a flor de piel. McCartney se supera a sí mismo, es un hecho. Este concierto del Out There! Tour 2014 resultó ser igual y mejor que el de 2012 en el marco del On The Run Tour. Y es opinión generalizada entre todos los que me rodaeban en el Estadio y de otros con los que fui hablando al cruzarme con ellos a la salida.
Igual: la rigurosidad de McCartney, su profesionalismo, el nivel de calidad musical y técnica, la seriedad del producto entregado al público, la creatividad y mucho más.
Mejor: un setlist más arriesgado en algunos aspectos, la impresionante ejecución de los temas nuevos, los nuevos recursos técnicos y la inventiva de la puesta en escena, la fluida corriente de comunicación entre el público y el músico [al fin y al cabo ya es de la casa, es la segunda vez que viene, así somos de hospitalarios], el producto final mejorado respecto al anterior, que no por ello deja de ser excelente, pero McCartney se las ingenia para elevar más y más el concepto de excelencia, y mucho más también.
No sé en qué momento voy a publicar este post, que me va a llevar algo de tiempo, aunque el comentario crítico quede para un post posterior, pero quería dejar ya escritas estas líneas a las 2:51 de la madrugada del domingo 20 de abril, a casi nada de haber terminado el show de este extraordinario artista que hizo delirar nuevamente a más de 50.000 espectadores que volvimos a colmar el Estadio Centenario [o Coloso de Cemento, como les gusta decir a los relatores de fútbol].
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Continúo casi 24 horas después. A pesar de no ser religioso, el domingo de Pascua suele congregar a las familias y hay compromisos que cumplir. Pero fue una buena oportunidad para compartir con dos sobrinos que también vivieron el concierto [ellos viendo a McCartney por primera vez] y coincidiendo sobre el sacudón emocional espectacular que significó su actuación.
Las anécdotas rondaron todos los aspectos del show: que el sonido, que los efectos visuales, que el escenario de leds con su tramo elevable. También la interacción con el público, la satisfacción dada a un fan que le pedía a gritos que tocaran One After 909, tras lo cual McCartney jocoso le decía: Are you contento? It's for you, man. También la infaltable alusión a Luis Suárez, señalando como paradoja que él, McCartney, un scouser, estuviera en Uruguay y Luis Suárez, un uruguayo, estuviera en Liverpool. Se comentó también el ritual de las firmas y el de las banderas y gestos, palabras, reacciones en el escenario y entre el público.
Lo que es claro es que la gente salió feliz de haberse reencontrado con una figura que ha anidado definitivamente en el corazón de los uruguayos. Y todos con el convencimiento de que este show cumplió con la promesa de sorprender y dar más a un público que demostró nuevamente su fidelidad. Nuevamente más de 50.000 personas cuyas edades iban de los 6 o 7 años a los 60 o 70 y tantos, dimos el marco perfectamente adecuado a la relevancia del evento. Y una vez más se sintió el efecto de que no importó la diferencia generacional, como tampoco cualquiera de las otras diferencias que en otras ocasiones pueden llegar a dividirnos amargamente. Una tregua tácita se impuso durante casi tres horas de comunión espiritual alrededor de mensajes que pueden ser simples y para el agite, como All Together Now u Ob-La-Di Ob-La-Da o que pueden ser mucho más profundos como Let It Be, Blackbird o Hey Jude; que pueden afectar al corazón como The Long And Winding Road, Yesterday, Something o Here Today o que pueden dirigirse a las entrañas, como Maybe I'm Amazed, Let Me Roll It o el medley final de Abbey Road; que pueden llevar a planos de intrincada fantasía, como Being For The benefit Of Mr. Kite, Live And Let Die, Helter Skelter o Lovely Rita o ir a cosas más cotidianas y recuerdos como New, Queenie Eye, Lady Madonna o Eleanor Rigby, por mencionar algunos de la treintena de temas que compusieron el setlist.
Tampoco han faltado las menciones a los homenajes que fue brindando a lo largo del show, a Jimi Hendrix con Foxy Lady como coda de Let Me Roll It, con Here Today dedicada a John Lennon [de hecho la canción que escribió por la muerte de su amigo], a Linda com Maybe I'm Amazed, a Nancy, su actual esposa, con My Valentine y con New, a las mujeres en general con Lady Madonna, a George Harrison, tocando la inmortal Something o nuevamente a John, tocando su canción For The Benefit Of Mr. Kite.
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| Efectos visuales, perfección sonora para que el contenido musical llegara plenamente a los más de 50.000 espectadores. |
Tampoco han faltado las menciones a los homenajes que fue brindando a lo largo del show, a Jimi Hendrix con Foxy Lady como coda de Let Me Roll It, con Here Today dedicada a John Lennon [de hecho la canción que escribió por la muerte de su amigo], a Linda com Maybe I'm Amazed, a Nancy, su actual esposa, con My Valentine y con New, a las mujeres en general con Lady Madonna, a George Harrison, tocando la inmortal Something o nuevamente a John, tocando su canción For The Benefit Of Mr. Kite.
Todo esto en un deslumbrante, sorpresivo y magnífico escenario como nunca antes se vio por estos lares. 70 metros de ancho por 22 metros de altura, dotado de 650 metros cuadrados de pantallas led, 400 luces y 150 parlantes, para que la visión y la audición resultaran adecuadas desde cualquier punto del Estadio.
| Un escenario visible desde cualquier distancia tanto en los efectos más vistosos como en los momentos más intimistas. |
| Ya terminado el espectáculo, una visión más iluminada del gigantesco escenario. |
Decir que estamos satisfechos y bien cumplidos con este tremendo show es decir poco. Porque a la vez de esa satisfacción, queda la sensación de que el disfrute perdura pero también comienza la espera para saber si cumplirá con su anuncio de vernos la próxima y si realizará otro retorno a Montevideo en un futuro relativamente cercano. Eso nunca se sabe, pero lo que sí es seguro es que Montevideo ha dado ya dos muestras más que rotundas de su adhesión y fidelidad a McCartney con dos llenos absolutos de uno de los espacios públicos de mayor capacidad adecuado a las exigencias de la producción del espectáculo.
Así que, ya atesorada la experiencia de anoche, aguardaremos con paciencia la posibilidad de que vuelva otra vez.
| Visión parcial de una de las tribunas repletas de público. El Estadio con las instalaciones habilitadas colmadas. |
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| Una eficiente organización permitió que las 50.000 personas pudieran entrar fluidamente y, sobre todo, salir sin tropiezos ni atolladeros. |
En un próximo post haremos la valoración crítica de todo el show, analizando su setlist que, dicho sea de paso, y excepción hecha del fuera de programa hecho para complacer al fan vociferante, se atuvo a pies juntillas a los últimos realizados en 2013 en Japón.
Hasta entonces





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