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martes, 22 de abril de 2014

CRÓNICA DE UN CONCIERTO INCREÍBLE: PAUL McCARTNEY, OUT THERE! TOUR, Estadio Centenario, Montevideo, Uruguay, 19/04/2014

Un Estadio Centenario repleto en las áreas que habían sido habilitadas para público fue el marco de recepción para la segunda presencia de Paul McCartney  en nuestro país. Más de 50.000 personas colmaron las instalaciones del principal escenario deportivo del Uruguay y dieron rienda suelta a la alegría, la emoción y el entusiasmo que la visita de un ex Beatle siempre concita, pero que está abonada por el carácter legendario de McCartney que es, además, uno de los más brillantes compositores dentro del Rock y el Pop internacionales. Debería decir colmamos y dimos rienda suelta, porque me cuento en ese público alegre, emocionado y entusiasta del sábado por la noche.


El Estadio Centenario pronto para recibir a McCartney y su público, visto desde la altura. ¡Gracias a mi amigo Daniel Stonek y a su drone fotográfico que permitió esta impactante imagen!


La multitud en la cancha frente a un artista insuperable. McCartney no se guardó nada, pero el público entregó todo su fervor y tributó su admiración sin escatimar nada.


Así lucía el Estadio Centenario cuando el público ya estaba retirándose tras las tres inolvidables horas de concierto que McCartney nos regaló.

En dos posts del mes de marzo nos preguntábamos cuál sería el setlist del concierto de McCartney en Montevideo y si el show sería similar a los presentados en Japón en noviembre de 2013, en el marco de la misma gira Out There! Tour.

A ambas preguntas podemos contestar ahora, una vez que el histórico concierto sacudió a Uruguay, afortunadamente, una vez más.

Y a ambas debemos contestar afirmativamente, ya que el setlist fue el mismo que en las presentaciones en Japón, para las cuales había incluido ya los temas de su nuevo álbum y el espectáculo fue básicamente igual a los realizados en las tierras del sol naciente [valga el convencionalismo].

Y sin embargo, también deberíamos decir: igual, sí, pero ...

Otra vez el pero salvador: pero fue totalmente peculiar, más allá de ajustarse a un standard que todos los conciertos de McCartney tienen. El músico se permitió un sentido del humor más ajustado a los parámetros locales [está bien informado sobre los modismos y algunas preferencias de cada lugar al que llega], se salió de libreto en un par de ocasiones, dejando lugar a una mayor espontaneidad y brindó un estado de espíritu que solamente se puede apreciar viviéndolo.

Pero comencemos por el principio. El concierto comenzó tras una apertura audiovisual de gran impacto visual con fotografías de McCartney pero también de sus compañeros Beatles recorriendo etapas de su vida musical y con una banda sonora en base a interpretaciones de temas de Lennon - McCartney en muy diferentes estilos, algunos de ellos extraídos del documental de 1965 The Music Of Lennon And McCartney, de Granada TV, como interpretaciones de Esther Phillips [And I Love Her] o de la orquesta de George Martin.

Tras esa más breve introducción que la de 2012, el espectáculo en sí dio comienzo con pocos minutos de retraso respecto a la hora anunciada. El clima de fiesta se percibió desde el inicio, ya con el arranque interpretando uno de los temas de la Beatlemanía, Eight Days A Week, del álbum Beatles For Sale. Energía, desenfado, el viejo ímpetu de hace 50 años en un McCartney que apareció fresco y renovado con respecto a sus últimos conciertos del año pasado, en los que la voz no lo acompañó tanto. Sin embargo, en este primer show de la gira 2014 su voz volvió al nivel esperado [teniendo en cuenta que tiene casi 72 años y más de 50 años de estar fatigando y fustigando el precioso instrumento de la voz].




Sin mucho preámbulo y tras un breve saludo Hola Montevideo, bienvenidos urugua(sh)os ...! se mandó con el tema Save Us que abre su nuevo álbum New. También un gran despliegue de energía y desde ya una muestra de todo el potencial de los efectos visuales que acompañarían el concierto y que tienen un lugar destacado en la estructura del espectáculo. Impecable el sonido en una ejecución de muy precisa cercanía al tema grabado en estudio.

Otro salto atrás en el tiempo, nos lleva a 1963, al álbum With The Beatles y a ese eterno tema que es All My Loving, un clásico Beatle de todos los tiempos. ¿Qué se puede decir? Nada acerca del tema, ya está todo dicho y si hubiera que decir algo, el tema habla por sí solo. ¿Y qué decir de la ejecución? Que solamente McCartney puede hacerlo con la maestría requerida. Es uno de sus hijos dilectos y uno de sus rasgos identificatorios como músico. Así que en esos tres primeros temas ya dejó marcada la cancha y los límites temporales de su espectáculo: medio siglo de música que cautiva a las generaciones desde los 6 o 7 años de los más chicos que había en el Estadio hasta los 60 o 70 años de muchos de los adultos que también estaban compartiendo esta experiencia con todas las generaciones intermedias.

Aquí McCartney recordó su intención de hablar en español aunque también de hacerlo más en inglés. Arrancaron entonces con el primer tema proveniente de la etapa Wings, el que McCartney anunció para los Wings Fans, Listen To What The Man Said, este proveniente del single promocional del álbum Venus And Mars, editados en 1975. Por el momento, la máquina venía calentando, preparándose para su avance arrollador en las horas siguientes.

Así se llegó al primer shock, que no por ya haber estado en el setlist de 2012 tuvo menos efecto sino al contrario, era esperado, el fantástico Heavy Blues Let Me Roll It, del icónico álbum Band On The Run, de 1973 y aparecido también como cara B del single promocional de ese álbum, con Jet en la cara A. Un intenso blues, denso, contundente, que sacude cada fibra y que despertó los primeros coreos más estentóreos por parte del público y que termina, como es costumbre en los conciertos de McCartney con un breve homenaje a Jimi Hendrix al tomar prestadas las notas de Foxy Lady como coda inmejorable para un tema rotundo.


McCartney saludó, miró a ver cuánta gente había, preguntó por quiénes eran uruguayos y quiénes venían de otros países, bromeó, habló español y deleitó a 50.000 personas con su música incomparable.

Desde allí la energía se potenció y se hizo arrolladora cuando McCartney cambió de instrumento para tomar la histórica guitarra con la que tocaba en los '60 y largar con Paperback Writer, otro clásicos de sus conciertos. Es una de las ocasiones en que McCartney se permite jugar con sus músicos, acercándose para hacer una triangulación de guitarras especialmente en un puente instrumental que le agregan a la versión original del tema en el que las tres guitarras hablan entre sí. Esto le da un toque distinto al tema en vivo respecto al original de 1966, que fuera editado como single con Rain del otro lado del disco, acompañando la salida del álbum Revolver.

Tras esto, McCartney se fue al piano, ubicado como siempre a la izquierda de los músicos en el escenario y un poco más alto y atrás, y siguió allí las siguientes cuatro canciones.

Dedicó la primera a su esposa actual, Nancy Shevell, o sea, My Valentine, del álbum Kisses On The Bottom, valiéndose de una iluminación más intimista y del video que se proyectó simultáneamente en la pantalla del fondo y en las de los lados, original para la canción, protagonizado por Natalie Portman y Johnny Depp, en el cual ambos van traduciendo la letra de la canción al lenguaje de señas y donde Depp aporta un punteo en guitarra española. Confieso que para mí esta canción ha ganado con el tiempo, me gusta más ahora que cuando su estreno hace dos años. Y recordemos también que este video fue estrenado en conciertos precisamente el 15 de abril de 2012 en Montevideo, en la primera visita de McCartney.

Siguió al piano para hacer un tema más fuerte y movido, Nineteen Hundred And Eighty Five, para los Wings Fans, ya que pertenece al álbum icónico de Wings, Band On The Run, grabado con grandes contratiempos en los estudios EMI de Lagos, Nigeria, en 1973, siendo preciasamente su tema de cierre. Alternando calma y vértigo, McCartney fue construyendo una secuencia que no iba dejando mucho resuello para el espectador. Y todavía faltaba muchísimo por venir.

Le siguió otro de los clásicos de su era Beatle, aunque por la posición que ocupa en la cronología, es más un anticipo del McCartney post Beatle que de él dentro de la banda. Nos referimos a The Long And Winding Road, una balada magníficamente construida y soberbiamente ejecutada por quien sabe cómo hacer funcionar esos temas que rara vez admiten una versión que no sea la de él. Aparecido en el lejano álbum Let It Be, producto de las maratónicas y conflictivas sesiones de enero de 1969, pero editado más de un año después, el tema ha soportado todas las pruebas del tiempo y es un imprescindible dentro del repertorio mccartniano. Otra joya que el músico trata como se debe y nunca se guarda nada cuando la interpreta.

Con su bajo Höfner, sus guitarras, varias eléctricas, varias acústicas, su ukelele y sus pianos, el de cola y el vertical multicolor, desplegó tres horas imparables de música inspirada y estimulante.

A esta altura, los temas van seguidos por incontenibles ovaciones de un público que, cuanto más entusiasta se puso, más fiel se mostró a la propuesta artística suprema que brindó Paul a los urugua(sh)os que allí estábamos, así como a los 7000 argentinos que vinieron [a pesar de todas las trancas], a los 4000 brasileños y a los europeos, norteamericanos y hasta sudafricanos que compraron sus entradas a través de la web del artista.

El último tema al piano [de esta secuencia] es también otro tema que es pura emoción visceral y que anunció como compuesto para Linda. Perteneciente a su primer álbum solista, McCartney, Maybe I'm Amazed erizó hasta el último cabello de los presentes y sacudió cada una de las fibras emocionales, como la declaración acerca del amor que se hace en la letra [Maybe I'm Amazed Of The Way You Love Me All The Time, And Maybe I'm Amazed Of The Way I Really Need You, por ejemplo].

Recién íbamos por la cuarta parte de los temas de la noche y nos debatíamos entre la urgencia de seguir disfutando y la necesidad de que el final se acercara moroso, sin apuros.

Desde allí pasó a la guitarra acústica, hacia propuestas más folk y country. Así que arremetió con I've Just Seen A Face, perteneciente al álbum Help!, de 1965. Un tema un poco más ligero que los anteriores, que distendió la emoción, pero encendió el entusiasmo y la movida, con ese aire country y los rápidos punteos de guitarra acústica. En esos detalles es que uno presta atención a cuán importante es el soporte que los músicos brindan a McCartney, tanto en lo instrumental como en lo vocal, para que el resultado salga totalmente ajustado.

Siguió con la guitarra acústica y se mantuvo en la era Beatle, cuando arrancó con We Can Work It Out, un lindo tema que fuera grabado en 1965 como parte de un single con Day Tripper en la otra cara, como acompañante del álbum Rubber Soul. Y aunque se sostiene que el tema alude a problemas que McCartney tenía con su novia de entonces, Jane Asher, el tema es lo suficientemente optimista como para animar el espíritu y permitir que 50.000 personas correen: We Can Work It Out, We Can Work It Out ...

Cuando anunció el siguiente tema, remarcó que este se hacía por primera vez en América del Sur, lo que significa que Another Day figurará como estrenado para América del Sur en Montevideo. El tema es un destacado highlight de McCartney como solista, editado en single en 1971 paralelamente al álbum Ram. Y si bien su letra es, como dice en un pasaje, So Sad, So Sad, su música no dice lo mismo y se mantiene en un nivel rítmico más complaciente.

Tras este estreno, que fue muy celebrado por la audiencia, apreciando la deferencia de traer siempre algo nuevo y especial para cada lugar, volvió a saltar atrás en el tiempo, hacia el álbum A Hard Day's Night, para hacer el tema And I Love Her una balada emparentada con los ritmos de bolero y que es una estupenda canción de amor que aboga por la persistencia del mejor sentimiento que tiene el ser humano.

Se habían prometido sorpresas y aquí llegó una de ellas. Manteniéndose en la guitarra acústica, McCartney se fue a los dominios del White Album, de 1968 y tomó esa pequeña joya que es Blackbird, el tema compuesto inspirándose en la lucha por los derechos civiles que tenían lugar en los Estados Unidos por ese entonces, de lo cual nació este canto a la libertad. Cuando recorría las cuerdas de su guitarra en los punteos característicos de la canción, el sector de escenario en que estaba parado comenzó a elevarse y a mostrar un cubo de pantallas LED que fueron emitiendo imágenes que también se veían en las otras pantallas. McCartney, parado, solo, en la altura, solamente enfocado logró uno de los momentos intimistas del espectáculo que se atesorarán por siempre en la memoria emocional de la gente.

Y continuó allí para hacer otro tema en la misma sintonía, pero esta vez dedicado a John Lennon, el tema que Paul McCartney escribió por la muerte de Lennon y que refiere la conversación que ambos deberían tener - y cómo McCartney imagina que sería - si él estuviera aquí, ahora. Here Today volvió a erizar a los presentes como lo hace en cada concierto, como lo hizo en 2012 en Montevideo, como lo hace desde que se editó en el álbum solista Tug Of War, en 1982.

Mientras el tema avanzaba, las pantallas LED mostraban una especie de caída de agua, replicada por las otras pantallas, con lo que McCartney parecía estar parado sobre el agua, rodeado de ella, como suspendido de la nada. A medida que el tema iba terminando, el escenario volvió a bajar para dejar al músico apoyado nuevamente a ras de escenario justo al tiempo que daba los acordes finales. Una ovación emocionada coronó este momento, uno de los más emotivos de la noche.
 
El siguiente tramo del concierto volvió a tomar color y temperatura. Allí McCartney atacó con dos temas de su último álbum. Primero, el que le da nombre, New y luego otro temita que se las trae, Queenie Eye. Mirando bien, los 4 temas del nuevo álbum que hizo en el concierto también son un estreno para América Latina, ya que cuando hizo la manga latinoamericana al comienzo del tour en Brasil, en 2013, no estaban incorporados al setlist y ni siquiera el disco estaba editado. Así que en este concierto de 2014, pudimos presenciar por primera vez en América Latina los nuevos temas de McCartney [otro hecho que singulariza a este concierto].

En ambos casos fue extraordinaria la performance de la banda, no solo de McCartney. El sonido fue impresionante, sonó hasta mejor que en la pista grabada. Será porque estaba implícita la vibración de los 50.000 espectadores, pero fue une estallido sonoro y también visual. La iluminación jugó un papel protagónico al interactuar con el público, especialmente en Queenie Eye al cantar los Out! y Hey! que el tema tiene como contracoros que responden al cantante y que iban acompañados por el encendido de una línea de focos blancos en la parte superior del escenario. Punto alto y, creo yo, consagración definitiva de los temas en la memoria de la gente y en su destino de escenario.

Ambos temas anteriores los había hecho al mando de su piano vertical multicolor, también un vestigio de los '60, de la época en que residía en la casa de los Asher [Jane y Peter] y en ese piano siguió para hacer el siguiente tema, otro clásico, dedicado con admiración a las mujeres, Lady Madonna, al tiempo que se sucedían en la pantalla de fondo imágenes de mujeres admiradas en el mundo. Esta canción solo fue editada en single en 1968. También fue muy festejada.

Y a continuación se abrió un espacio para el agite. Volviendo a la guitarra acústica, empezó a desplegar un ritmo pegadizo y persistente que desembocó en una sencilla pero festiva canción que hizo que ya todo el estadio la siguiera de pie, bailando, agitando carteles, globos, luces o lo que se tuviera a mano. All Together Now no es un tema filosófico, desde luego, pero funciona dentro de la metodología de incorporar al público. Por cierto que es un tema que se utiliza mucho dentro de la enseñanza del inglés para niños. A nivel de los adultos plantea un juego en el que la canción invita a incorporarse. La canción formó parte de la banda sonora de la película animada Yellow Submarine y fue editada en 1969. No es de las que más veces ha hecho McCartney en sus setlists pero su incorporación aportó la oportunidad de hacer algo colectivo con la multitud.

El siguiente tema fue anunciado también como estreno para América Latina y se trató de un tema del Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, de 1967, que no ha tenido tampoco destino de escenario muy a menudo, Lovely Rita, una especie de fusión de Rock con Fox Trot o música de Music Hall que siguió elevando el ánimo del público.

La curva ascendente, llegó a su punto alto con el siguiente tema, también del nuevo álbum, Everybody Out There, evidentemente nacida para habitar los escenarios por la capacidad de involucrar al espectador con sus OhOhOhOh, repetidos a coro. Estábamos por la mitad del espectáculo total [contando los encores que vendrían] y la energía no cesaba.




El tono, no obstante, se puso un poco más melancólico al son de Eleanor Rigby, un tema del álbum Revolver, de 1966 que afortunadamente gracias a la tecnología musical y los teclados prodigiosos de Wix Wickens, pudo contarse con los sonidos de una orquesta de cámara como en el original. 

Al término de este tema más moroso pero algo angustiante en el destino de los personajes de la historia que cuente, se dio, como contrapunto un hecho jocoso. Desde hacía rato, McCartney recibía desde las primeras filas vip el insistente pedido de un espectador para que tocara One After 909. El músico había bromeado con eso, diciéndole al público acerca de la persistencia del hombre. Y le había dicho que no, que estaba fuera de programa. Cada tanto, bromeaba con el grito del espectador: One After Nine ...!




Pero lejos de amilanarse, el fan seguía vociferando cada tanto y McCartney le había dicho que, bueno, que tal vez, que quizás luego ... Cuando llegó a este punto del espectáculo, volvió a bromear diciendo que no iba a quedar más remedio que hacer la canción para calmarlo, en un tono de consternación simulada, irónica. Cuando todos estábamos convencidos de que estaba tirando de nuevo la pelota hacia adelante, se decidió y dijo que la harían en ese mismo momento. Y le dijo al fan: Esta canción es para usted, solamente! en un sorpresivo español. Allí arrancaron entonces con One After 909, totalmente fuera de programa en una especie de impromptu que vuelve a darle singularidad a este concierto. El tema estaba más que ensayado, de hecho había formado parte de los soundcheks de toda la gira, así que no les costó nada arrancar con él y complacer al fan, que fue enfocado por las cámaras varias veces durante el tema y que parecía en éxtasis y que terminó sacándose la chaqueta, haciendo un bollo con ella y tirándola al escenario, a donde, sin embargo, me parece que no llegó.

Aquí les dejamos el registro de alguien del público de todo ese episodio, uno de los más comentados de la noche. En YouTube hay varias filmaciones, pero me pareció que esta era la que tenía calidad más aceptable, por lo menos hasta ese momento, porque sin duda se van a seguir subiendo videos por mucho tiempo.




Al término, del tema, McCartney le repitió ¡Para usted!, entre la hilaridad general de la gente. El tema One After 909 se editó en el álbum Let It Be en 1970, pero formaba parte del repertorio de la banda desde sus tempranas épocas, a pesar de lo cual nunca había llegado a la placa grabada. Es también uno de los pocos temas posteriores al fin de sus giras que, sin embargo, se tocó en público, ya que junto a Get Back, Don't Let Me Down, I've Got A Feeling o Dig A Pony, formó parte del setlist del mítico concierto de la azotea de Apple Records en enero de 1969. Así que es muy probable que también haya sido un estreno para América Latina.

Volviendo al cauce del setlist programado, McCartney volvió a homenajear a John Lennon tomando el tema de su autoría, Being For The Benefit Of Mr. Kite, un tema imposible de realizar en público sin el apoyo de la tecnología disponible en el presente. Un sonido espectacular, un homenaje de alta calidad a Lennon, aunque menos emotivo que el de 2012 cuando había tocado A Day In The Life / Give Peace A Chance.

Y a continuación le tocó el homenaje a George Harrison. McCartney hizo explícito el homenaje y al terminar el tema agradeció a George haberlo escrito. Este es otro tema clásico de The Beatles, el enorme Something, una canción sobre el amor que puede entenderse en cualquier momento, en cualquier cultura y en cualquier lugar, que apareció en el álbum Abbey Road en 1969. Hizo su versión personal, iniciándola con un ukelele tan solo y una leve marcación rítmica, pero al llegar a la altura del solo de guitarra, toda la banda se incorpora y aquello suena que te estremece hasta el último de los huesos. Magnífico tema, magnífica versión. No hay más que decir. Era la hora de los pesos pesados, lo que anunciaba la cercanía de la primera finalización del show.

Pero antes, otro poco más de agite con otro tema liviano pero que arrastra a todos a la Fiesta!, como exhortó varias veces Paul: Ob-La-Di Ob-La-Da, ese reggae que viene en el White Album y que sirvió para subir más los ánimos y dar rienda suelta al entusiasmo.

De allí, hasta el primer final, fueron todos temas de los imprescindibles en el repertorio maccartniano. Primero, el tema epónimo del álbum Band On The Run, de 1973, que levantó nuevas ovaciones y que es infaltable en los conciertos de Paul. Siguió con Back In The USSR, del White Album, que siguió aportando canciones al show y que hizo que la locura ya quedara totalmente desatada y no parara hasta el tercer final. De allí, volvió al piano de cola para emprenderla con una de sus canciones más inamovibles de los primeros lugares de su creación: Let It Be, aparecido en el álbum homónimo de 1970. El recuerdo de su madre y de lo que le quedó como mensaje de ella en los momentos oscuros y difíciles resultó un momento conmovedor con un estadio totalmente titilando de luces por las tribunas y la cancha. Y aunque pudiera parecer que esto podía bajar el nivel de agitación, por el contrario, despertó una ovación estentórea y persistente.

Para más intensidad, se largó, como es habitual, con Live And Let Die, el tema compuesto para ser banda sonora del film homónimo que tiene a James Bond como personaje. La versión no difiere de las anteriores que ha hecho recorriendo el mundo entero, pero cada vez es una celebración explosiva con el impacto visual y sonoro que conlleva. Los fuegos artificiales salieron a la perfección y dieron un marco festivo que tuvo su continuidad inmediata en el otro piano, el vertical multicolor, en ese otro tema gigantesco que es Hey Jude [tema solo editado en single] y que le permite al músico interactuar ampliamente con todo el público. Todos nos enganchamos con la simpleza de cantar el tarareo final en un gigantesco coro en complicidad totalmente complaciente y admitida.

Y ese fue el primer final. Ya lo sabíamos todos. McCartney nunca se guarda nada y, por el contrario, entrega todo en el escenario. Por ello, luego de breves instantes en que todo el Estadio coreaba el Oh OhOhOhOh de estilo y cuando parecía que se estaba haciendo rogar, volvió a entrar en escena para llevar adelante otro de los rituales que tienen sus shows, el de las banderas británica y la del país anfitrión, en este caso la uruguaya de nueve franjas y un sol. Este ritual fue recibido con una tremenda ovación y muy festejada. Pronto se acomodaron los músicos y comenzaron el primer encore de la noche.
Lo hicieron con Day Tripper, el otro lado del single que traía We Can Work It Out. Le siguió el último tema de Wings de la noche: Hi, Hi, Hi, editado en 1972 como single de la banda. Un tema de voltaje que mantuvo alto el nivel de agite.

En este momento, procedió a otro de los rituales de los conciertos de McCartney que, sin embargo, no había estado en el concierto de 2012: el ritual de las firmas. Para ello, hizo subir al escenario a dos fans femeninas, jóvenes persistentes que tuvieron el premio a su tenacidad. Josefina y Marinka se llevaron la firma de McCartney en su espalda con obvio destino de tatuaje.

Mirá ese episodio, vale la pena, especialmente la reacción de McCartney cuando descubre en la espalda de Marinka un tatuaje con los emblemáticos dibujos de Yellow Submarine.




El primer encore terminó con otro emblemático tema que no puede faltar: Get Back, tema editado en single, lo cual volvió a llenar de aplausos, ovaciones y aclamaciones el espacio del Centenario.

Ahí no terminaba la cosa, y también lo sabíamos: se vino el segundo encore, en el cual arrancó con ese tema que solamente él tiene admitido hacer: Yesterday [del álbum Help!], ya que nada puede superar a McCartney, su voz y su guitarra para que este tema funcione. No conozco ninguna versión [y hay más de 2000] que aporte algo a un tema que tiene una única forma y es la original.

Al terminar el tema, se mandó la humorada de amagar retirarse y el asistente que le alcanza los instrumentos le cierra el paso, lo obliga a calzarse la guitarra eléctrica y le hace un gesto imperativo de que vaya a cantar. McCartney ya había bromeado con el público acerca de los años que tiene y que había que irse a dormir, solo para recibir una rotunda y multitudinaria negativa.

Lo nque vino luego fue el final - final del concierto. Primero, la enloquecida versión de Helter Skelter [del White Album] furibunda, metálica, implacable, para terminar con el medley final del álbum Abbey Road compuesto de Golden Slumbers [mezcla de balada, canción de cuna y rock], Carry That Weight [con aire marchoso y que habilita el único solo de batería que se conoce entre The Beatles y un triple solo de guitarras que contrapuntean frenéticamente] para llegar a The End, pequeña pieza que filosofa sobre el amor y que deja una pequeña gran enseñanza: And In The End, The Love You Take Is Equal To The Love You Make.

Ovación eterna, saludos, promesa de volver [Nos vemos la próxima!] y suelta de papelitos con los colores blanco, celeste y amarillo de la bandera uruguaya y profusión de fuegos artificiales por detrás del escenario.

Así terminó el concierto, pero no ha dejado de seguir resonando entre todos los que vibramos el sábado de noche en el Estadio Centenario.

Para reconstruir el setlist, te lo dejamos aquí:
[La gente de setlist.fm lo reproduce con el tema fuera de programa, One After 909, intercalado, algo que, curiosamente, en la página oficial de McCartney no se recoge, al menos por ahora]





Acá te dejamos también el medley final, de entre las decenas de videos ya subidos relativos a este concierto memorable e indeleble.




Pude disfrutar, a la salida, de una larga caminata hasta mi casa, no porque no hubiera transporte o algo así, sino porque andando pude prolongar aún más las sensaciones profundas, fuertes, reconfortantes que nos dejó a todos la presencia de este singular y sin par artista que para muchos de nosotros viene creando la banda sonora del último medio siglo.

El inmortal escritor argentino Jorge Luis Borges definió alguna vez [hablando de libros, pero es adaptable a cualquier forma de arte y muy especialmente a este caso] que es clásica aquella obra a la que las generaciones vuelven una y otra vez con previo fervor y misteriosa lealtad. Tal cual lo que ocurre con McCartney.

ABBEY ROAD DICE:






6.5 / 5 YELLOW SUBMARINES



Realmente me ha llevado mucho esfuerzo realizar esta crónica, sobre todo para que no fuera mucho más extensa de lo que ya es. Es mucho lo que puede evocar, provocar y convocar la figura de Paul McCartney. Seguramente irán luego apareciendo más datos, apreciaciones y relatos referidos a lo que es sin duda, el más impresionante concierto realizado en Uruguay alguna vez.

Nos vamos con esa sensación.

Nos encontramos pronto



5 comentarios:

  1. divina crónica!! emocionante concierto igual q el de 2012, inolvidables!!

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  2. Hola, realmente muy bueno este post, solo quería pedirte algo: en caso de ser posible me dejaría muy contento si pudieses retirar el irónico (por lo menos para mi) comentario de [o vaya a saber qué] . Mucha Gracias.

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  3. buenísima la crónica! imposible no volver a emocionarse al leer esto....GRACIAS!!!!

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