La noche pintaba como para que el concierto tan esperado de di Meola en el Auditorio Nacional Adela Reta fuera extraordinario. Sin embargo, como se suele decir, el diablo metió la cola [o como diría Genesis, A Trick Of The Tail] y la cosa cambió radicalmente en relación al buen humor que imperaba previo al concierto.
Incluso la apertura con una banda telonera local [que inexplicablemente nadie anunció y nos quedamos sin saber quiénes eran, aunque impresionaron muy bien] auspiciaba un espectáculo de nivel ya que esta banda había hecho algunos temas con mucha solvencia. [Con posterioridad, la prensa mencionó que se trata del grupo de Jazz Fusion Gabriel Estrada Quinteto.]
Pero allí comenzó lo inesperado.
EL BOCHORNO
Después de la actuación de apertura, una serie de plomos [roadies], desarmó la parte del escenario donde había actuado la banda y dejó despejado el panorama para la alineación de di Meola.
Ya en esos minutos se vio que trataban de ubicar una falla con uno de los baffles de retorno y despegaron y repegaron cables. Un integrante del equipo de di Meola, sentado donde iba a estar el músico, probaba el sonido de la guitarra y hacía indicaciones de up o down a los técnicos. Al parecer ya todo quedaba pronto y se produjo la entrada de los músicos. Cuando di Meola probó su guitarra, notó un acople o una reverberación excesiva en la sexta cuerda y buscó que los técnicos lo solucionaran rápido. Recomenzó la búsqueda y, mientras tanto, di Meola se lo tomó con humor e iba diciendo algunas frases de complicidad con el público. Quizás no estuvo muy feliz en una alusión a Bolivia ["algo así era esperable en Bolivia, pero no aquí en Montevideo"], aunque después agregó que también le había pasado en Nueva York alguna vez. De cualquier forma, la falla no se solucionaba y entonces propuso posponer cinco minutos el comienzo del show para que se resolviera el desperfecto con tranquilidad.
Pasado ese plazo, parecía que todo quedaba en regla y los músicos volvieron al escenario. Di Meola se cercioró de que todos los micrófonos funcionaran, haciendo una especie de pantomima que agregaba algo de distensión, o pretendía hacerlo. Cuando se ubicaron, di Meola espetó un What's that buzz?, y al parecer, el zumbido provenía de un baffle detrás de él, que terminó teatralmente expulsado del escenario. Cuando comenzaron a tocar, se notaba que algo seguía mal. No pasó un minuto de música, que di Meola, ahora con el humor agriado frenó la música: Stop! Do you hear the guitar? preguntó al público y recibió un Nooo de respuesta. Ahí el tono cambió severamente y decidió dar cinco minutos más para solucionar el sonido. Explicó que no podía tocar así y que el público merecía el mejor show y que, si no se solucionaba el problema en esos cinco minutos, devolverían el dinero de las entradas a todos. Baldazo de agua fría. El concierto peligraba seriamente.
Di Meola verificando micrófonos e incluso si los tambores se oían correctamente, en un gesto de humorismo agrio. |
Volvieron a salir del escenario y allí fue el guitarrista acompañante quien se encargó de verificar el sonido de las guitarras. Los técnicos iban y venían y el aire se podía cortrar con un cuchillo. Finalmente, volvieron los músicos al escenario. En ese momento y antes de comenzar a tocar, di Meola exigió para hacerlo, que alguien se hiciera presente a explicar al público qué había sucedido. Primero apareció una señorita que nadie sabía quién era o a quién representaba [si era de la producción o de la Sala], a la que luego la prensa identificó como una traductora que, obviamente no podía dar ninguna explicación de una falla técnica. Luego se acercó alguien de los técnicos que suscintamente dijo que habían tenido un problemita con la mesa de monitores y al parecer le resultó suficiente con eso.
A esta altura, y si el problema ya estaba solucionado, lo único que el público quería era que comenzara el concierto y olvidarse del bochorno.
Así que di Meola y su banda se aprestaron a comenzar, y lo hicieron. Y si bien en el mismo comienzo todavía subsistieron algunos ajustes para hacer [el baterista y el acordeonista hacían indicaciones por medio de gestos], en pocos minutos se normalizó el sonido y ¡por fin! el concierto fluyó sin más inconvenientes.
La actitud de di Meola, ovacionado tras su increíble actuación, es destacable. Al despedirse, después de los bises, agradeció y elogió la actuitud del público, al que calificó de paciente y tolerante, y prometió regresar para dar un concierto en otras condiciones. Seguramente Montevideo quedará en su memoria como una noche negra que, no obstante, se salvó del naufragio.
La profesionalidad de di Meola salvó lo que podía haber sido un desastre que ni los músicos, ni el público, ni la Sala merecían. ¿Dónde estuvieron las fallas? Es difícil precisarlo y difícilmente alguien se haga cargo. Pero quizás no estaría de más que la producción se expidiera ya que si la falla está en los técnicos de la sala o en la empresa encargada del sonido o incluso en los propios técnicos que trae el músico, es siempre la producción la que decide a quiénes traer o contratar y la que debe velar por la buena marcha del espectáculo. Aunque la producción señaló que di Meola no hizo prueba de sonido, está claro que los problemas no fueron de regulación del sonido en sus niveles, sino que hubo algún mal funcionamiento en los equipos o en su operación. Al respecto, véase el artículo de El País de Montevideo.
Es bien claro que Uruguay está ávido por recibir visitas de este nivel más a menudo y que público hay para estas propuestas. También es claro que escenarios adecuados hay, y no son pocos. Y también es claro que hay técnicos solventes. Por ello es más que imprescindible que todos esos elementos funcionen coordinadamente y se pueda seguir disfrutando de artistas de la talla de di Meola. Si todo eso está alineado, la confianza de los músicos en los escenarios uruguayos se fortalecerá y la demanda del público se afianzará. De lo contrario, siempre quedará la duda de si somos capaces de montar un espectáculo como corresponde. En estos casos un fracaso debilita la confianza mucho más de lo que diez aciertos la fortalecen.
El Auditorio Nacional Adela Reta estuvo lleno, albergando a 2000 espectadores entusiastas y muy pacientes y educados. |
Una Sala que tiene todo para grandes espectáculos y que no merece pasar por situaciones bochornosas. |
EL CONCIERTO
Afortunadamente, el concierto fue el reverso de lo que ocurrió en más o menos media hora de bochorno.
Durante alrededor de una hora y media, di Meola y sus músicos desplegaron no solamente la creatividad musical sino también unas dotes impresionantes en la ejecución de sus respectivos instrumentos. El formato, pues, fue de un cuarteto integrado por el húngaro Peter Kaszas en batería y percusión, el francés Kevin Seddiki en guitarra acústica, el italiano Fausto Beccalossi en acordeón [que sonaba como bandoneón] y el propio di Meola con su guitarra acústica. En realidad, el formato acústico es relativo, porque hay un sinfin de efectos que di Meola procesaba desde su pedalera que hacían sonar a la guitarra de muy diversos modos. De modo, pues, que el sonido, con ser acústico, poseía múltiples variantes, todas dependientes de la tecnología, por ello, la importancia de los desgraciados contratiempos que se dieron.
Pero al margen de los inconvenientes, la música fue lo que ganó en la noche. La música y el fervoroso aplauso del público, que respondió con ovaciones a todas y cada una de las interpretaciones de la banda.
El repertorio fue bastante representativo del di Meola más reciente, mezclando piezas de sus períodos de World Sinfonia, de música piazzolliana, de su álbum Pursuit Of Radical Rhapsody y de su reciente tributo a The Beatles. En ese sentido, el concierto no fue tan como lo promocionaron bajo el lema All My Life, Tribute To The Beatles & Others. De ese último disco se tocaron seis temas, cinco en el concierto mismo y uno en el encore. De The Beatles sonaron And I Love Her, Because, I Will, A Day In The Life y Being For The Benefit Of Mr. Kite en el concierto (no en ese orden) y en el encore, presentó She's Leaving Home. Por eso el tributo beatle tuvo sabor a poco.
Pero con el resto del repertorio quedó compensada esa carencia. Seguramente ha sido un problema de promoción del show haber puesto el énfasis en el repertorio beatle que por estas latitudes podía convocar más público. Pero en realidad, la demostración de di Meola fue mucho más amplia que la difusión de su último disco [por más que a la salida del concierto, el mismo se vendía en el vestíbulo de la Sala a un ritmo impresionante]. Esos temas dieron la posibilidad de lucimiento para los músicos acompañantes y muy especialmente al acordeonista Fausto Beccalossi, quien fue despedido con una ovación personal.
Para el encore reservó uno de sus temas históricos: Mediterranean Sundance, emblemática pieza del álbum Elegant Gypsy [en el que hacía duo con Paco de Lucía], al cual le ensambló pasajes de Entre Dos Aguas, del propio de Lucía.
En verdad, me felicito de haber podido estar allí, a pesar de todos los pesares, porque me fui satisfecho por lo que había ido a buscar: la música. En ningún momento se sintió la sensación de estar recibiendo menos de parte del artista de lo que se había ofrecido.
En consecuencia, todo lo malo que podía haberse cernido sobre el show en ese comienzo fatídico, se contrapesó y neutralizó con la excelencia musical del espectáculo y con la entrega técnica y emocional de los músicos, haciendo que la música triunfe sobre el desastre.
Hubiera sido mucho mejor poder hacer este post únicamente sobre el hecho artístico, pero las circunstancias han obligado a que tuviéramos que incluir una introducción por nadie deseada.
Como recompensa, compartimos una muestra del concierto, A Day In The Life:
Y el último tema del encore, Mediterranean Sundance [con pasajes de Entre Dos Aguas]:
Nos encontramos pronto.
Fausto Beccalossi, el acordeonista italiano que deslumbró con la versatilidad de su instrumento, que en muchos pasajes sonaba a bandoneón y que fue uno de los puntales emocionales del concierto. |
Kevin Seddiki, el guitarrista francés que acompaña a di Meola y que consigue hacer excelentes contrapuntos con éste. |
Peter Kaszas, percusionista húngaro que acompaña hace bastante tiempo a di Meola. |
Pero al margen de los inconvenientes, la música fue lo que ganó en la noche. La música y el fervoroso aplauso del público, que respondió con ovaciones a todas y cada una de las interpretaciones de la banda.
El repertorio fue bastante representativo del di Meola más reciente, mezclando piezas de sus períodos de World Sinfonia, de música piazzolliana, de su álbum Pursuit Of Radical Rhapsody y de su reciente tributo a The Beatles. En ese sentido, el concierto no fue tan como lo promocionaron bajo el lema All My Life, Tribute To The Beatles & Others. De ese último disco se tocaron seis temas, cinco en el concierto mismo y uno en el encore. De The Beatles sonaron And I Love Her, Because, I Will, A Day In The Life y Being For The Benefit Of Mr. Kite en el concierto (no en ese orden) y en el encore, presentó She's Leaving Home. Por eso el tributo beatle tuvo sabor a poco.
Pero con el resto del repertorio quedó compensada esa carencia. Seguramente ha sido un problema de promoción del show haber puesto el énfasis en el repertorio beatle que por estas latitudes podía convocar más público. Pero en realidad, la demostración de di Meola fue mucho más amplia que la difusión de su último disco [por más que a la salida del concierto, el mismo se vendía en el vestíbulo de la Sala a un ritmo impresionante]. Esos temas dieron la posibilidad de lucimiento para los músicos acompañantes y muy especialmente al acordeonista Fausto Beccalossi, quien fue despedido con una ovación personal.
Para el encore reservó uno de sus temas históricos: Mediterranean Sundance, emblemática pieza del álbum Elegant Gypsy [en el que hacía duo con Paco de Lucía], al cual le ensambló pasajes de Entre Dos Aguas, del propio de Lucía.
En verdad, me felicito de haber podido estar allí, a pesar de todos los pesares, porque me fui satisfecho por lo que había ido a buscar: la música. En ningún momento se sintió la sensación de estar recibiendo menos de parte del artista de lo que se había ofrecido.
En consecuencia, todo lo malo que podía haberse cernido sobre el show en ese comienzo fatídico, se contrapesó y neutralizó con la excelencia musical del espectáculo y con la entrega técnica y emocional de los músicos, haciendo que la música triunfe sobre el desastre.
Hubiera sido mucho mejor poder hacer este post únicamente sobre el hecho artístico, pero las circunstancias han obligado a que tuviéramos que incluir una introducción por nadie deseada.
Como recompensa, compartimos una muestra del concierto, A Day In The Life:
Y el último tema del encore, Mediterranean Sundance [con pasajes de Entre Dos Aguas]:
Nos encontramos pronto.
Uuuuh acá (en Buenos Aires) toca esta noche.. Yo no voy, pero ojalá salga todo bien.. Es un garrón cuando gastás un montón de plata en una entrada y una cosa así te condiciona todo el show, a vos y al artista.. A mi me pasó una vez, pero en Bolivia.. ja ja (no sé que habrá querido decir, pero quedó bastante feo eh..) Un abrazo
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