Los cambios tecnológicos producen crisis de seguridad, procesos de adaptación, pero sobre todo temor a lo nuevo y a cómo impacte sobre las viejas usanzas y modos de vivir y hacer.
Una de las grandes preguntas que produce la nueva tecnología es ¿dónde reside el conocimiento? La tradición responde: en los libros, donde siempre ha estado.
El cambio tecnológico amenaza el reinado del libro como recinto del saber y presenta el ámbito del ciberespacio como un mundo inagotable de almacenamiento del saber.
Imaginemos lo que significó la introducción del libro, del formato libro, para la acumulación del conocimiento y el cambio tecnológico que implicó. Con un poco de humor es más fácil entenderlo.
Sin embargo, tras cinco siglos de reinado del libro, se anuncia apocalípticamente el fin de su dominio. Los libros en soporte digital y los diferentes dispositivos técnicos para su lectura invadieron la vida cotidiana y pueden provocar la sustitución de una modalidad por otra. Y eso no depende únicamente de la voluntad del usuario, sino de la de quien produce los medios que transportan la información. Así como se anuncia, también apocalípticamente, el fin del reino del CD - infinitamente más breve que el del libro - para el 2016, por parte de los ejecutivos de His Master's Voice, y la búsqueda de nuevos formatos para difundir y vender la música, también se han desarrollado nuevos medios de difusión del texto escrito o la imagen que componen el libro.
Como ocurre frecuentemente, estos hechos generan divisorias de aguas - que no es obligatorio respetar - pero que tácitamente dividen a los modernos de los tradicionales, o como suele decirse, a los digitales de los analógicos. La discusión acerca de la supervivencia o no del libro da lugar, además de las polémicas técnicas y filosóficas, a la visión risueña respecto al fenómeno y, de paso, a repensar las ventajas del libro desde la óptica de las dificultades de la tecnología y sus debilidades.
Hay brillantes resultados como este:
Quizás no debiéramos ser tan tremendistas. Seguramente el objeto - libro tendrá una suerte de revalorización a partir de nuevos parámetros y podrá convivir con sus sucesores tecnológicos, no ya reinar absolutamente sobre el saber. Porque algo sí es indudable: el libro tradicional trasmite el saber a quien lo posee - entendido por quien lo tiene en sus manos y lo lee - ya sea de modo privado o colectivo en bibliotecas y existe una cantidad limitada. Y si eso significó la construcción de lo que el canadiense McLuhan llamó la Galaxia Gutemberg, imaginemos cuanto más al alcance de cualquiera está el conocimiento en el ciberespacio, que es tanto más amplio como intangible. Parece que llegó la hora de que el libro deje su reinado y se pliegue a la democracia del conocimiento como uno más pero sin que lo excluyan.
Hasta pronto
No hay comentarios.:
Publicar un comentario