Fue una lástima que el Auditorio Nacional Adela Reta no estuviera repleto. La platea estaba casi completa, pero los palcos y la tertulia mostraban muchos blancos. Quizás conspiraron contra el espectáculo circunstancias como la simultaneidad de otros eventos, como el partido de fútbol por las Eliminatorias al Mundial de Brasil 2014 que se jugaba en el Estadio Centenario y que se seguía en cada bar de las esquinas de Montevideo por televisión o como otra presentación que se daba al mismo tiempo en el Teatro de Verano, la de la banda de trash metal Megadeth. Sospecho que, de todos modos, poco influyeron estas circunstancias, presumo que son públicos suficientemente distintos.
Sí me parece más influyente y determinante el formato de espectáculo, que debe haber desalentado a algunos y estimulado poco a otros. En general, el recuerdo y concepto que se tiene de la obra de Jon Anderson, solista o con Yes, es de un sonido más envolvente, más potente y más sinfónico. El formato acústico con un solo instrumento, algo así como la versión más minimalista del unplugged, no parece hacer mucha justicia a muchos de los temas de Anderson, aún aquellos en los cuales la voz igualmente se lleva el mayor protagonismo. Por ello, sospecho que hubo mucha gente que no se entusiasmó con la propuesta en lo previo.
En mi caso, ya sabía lo que iba a encontrar, porque he venido siguiendo lo que ha hecho Anderson post-Yes, solo, con Wakeman o con alguna orquesta como la Youth Contemporary Orchestra de Cleveland. Precisamente, conversando con algunos conocidos en la previa al concierto, pude constatar qué poca información circula persona a persona sobre la evolución de estas bandas y artistas. Y la información que se aportó en la difusión previa del concierto no ayudó prácticamente nada. En realidad, se repitió la misma gacetilla de prensa. Y salvo el reportaje que reprodujéramos del diario El País de Montevideo, no he visto otras repercusiones de prensa que fueran significativas. Esa es otra lástima.
Y lo es porque el espectáculo, a pesar de que uno lleva consigo las canciones "como eran antes", tiene muchos puntos positivos y porque Anderson supo sacar de lo que puede haber sido una debilidad - especialmente la instrumentación - una fortaleza del mismo.
Y digo que la instrumentación era una debilidad, no solamente porque haya sido magra, sino porque además Anderson no es un gran instrumentista. En realidad no es un virtuoso ni de la guitarra, lo que más tocó, ni del ukelele, ni del dulcimer y mucho menos de los teclados. Todos esos instrumentos, uno a uno, fue utilizando para acompañarse.
¿Y cómo pudo, entonces, convertir eso en una fortaleza de su espectáculo? Precisamente porque esos instrumentos no rayaron a significativa altura, lo que quedó siempre de manifiesto fue su principal instrumento: la voz. Y ahí sí pudimos comprobar que a pesar de los 68 años que lo acompañan por la vida y de las afecciones que sufrió hace algún tiempo, que comprometieron su sistema respiratorio - fundamental para el canto - la voz de Jon Anderson sigue intacta. Ciertamente, la voz de una persona de más de 60 años no es la voz de un joven de 25, que era la edad que contaba cuando empezó Yes, pero el estado actual de la voz de Anderson es inobjetable. Ahí radicó la principal fortaleza. La voz se comió a la instrumentación, a veces tratada un poco abusivamente en la persistencia de un solo tono, acaso dos. No pasó de ser un apoyo a la voz, pero simplemente como la presencia de otro timbre sonoro por encima del cual se alzó una voz que alcanzó los agudos necesarios sin ningún esfuerzo, que trasmitió la energía y la tensión que merecían ciertos temas y que trinó en las modulaciones que debían hacerse en otros. A diferencia de otros grandes músicos de larga trayectoria, Anderson no muestra signos de deterioro vocal.
Y Anderson, consciente de que era su voz con escaso respaldo instrumental, presentó variantes a los temas originales, versiones diferentes, adaptaciones y combinaciones, explotando siempre la posibilidad de la voz por encima de cualquier otra cosa. Hizo un largo recorrido desde sus comienzos hasta el presente. De Yes no faltaron los temas como Sweet Dreams, Yours Is No Disgrace, Close To The Edge, Heart Of The Sunrise, Long Distance Runaround, Roundabout, And You And I, Starship Trooper, Soon, fragmentos del primer y cuarto movimiento de Tales From Topographic Oceans y más, y algunos temas de su carrera solista como The Flight Of The Moorglade, del disco Olias Of Sunhillow, o State Of Independence.
También conversó, bromeó, hizo más de una alusión a The Beatles - fragmento de A Day In The Life incluido -, dedicó a su esposa Jane el espectáculo, se congració con el público que, a fuerza de ser sincero, aplaudió mucho pero participó poco. Recién sobre el final, se soltó - nos soltamos - un poco más.
Mención aparte merece la inexplicable disposición de las autoridades del Auditorio Adela Reta de no permitir tomar fotografías o filmaciones. Aunque hicimos varios intentos de obtener alguna imagen coherente, fracasamos en el intento, por lo cual no podemos ilustrar este post con ningún video original. Quizás algún otro asistente haya podido tomar algo y lo suba a YouTube. Las imágenes que aquí presentamos son de archivo, no del espectáculo de anoche en Montevideo.
De cualquier modo, no era una oportunidad para dejar pasar. Estos músicos pasan muy de vez en cuando por nuestro país.
En consecuencia, un agradable espectáculo que, de todos modos, contribuyó más a querer ver a ese pequeño gigante en una puesta escénica de mayor porte.
ABBEY ROAD dice:
Y digo que la instrumentación era una debilidad, no solamente porque haya sido magra, sino porque además Anderson no es un gran instrumentista. En realidad no es un virtuoso ni de la guitarra, lo que más tocó, ni del ukelele, ni del dulcimer y mucho menos de los teclados. Todos esos instrumentos, uno a uno, fue utilizando para acompañarse.
Anderson con el set instrumental de que suele acompañarse |
¿Y cómo pudo, entonces, convertir eso en una fortaleza de su espectáculo? Precisamente porque esos instrumentos no rayaron a significativa altura, lo que quedó siempre de manifiesto fue su principal instrumento: la voz. Y ahí sí pudimos comprobar que a pesar de los 68 años que lo acompañan por la vida y de las afecciones que sufrió hace algún tiempo, que comprometieron su sistema respiratorio - fundamental para el canto - la voz de Jon Anderson sigue intacta. Ciertamente, la voz de una persona de más de 60 años no es la voz de un joven de 25, que era la edad que contaba cuando empezó Yes, pero el estado actual de la voz de Anderson es inobjetable. Ahí radicó la principal fortaleza. La voz se comió a la instrumentación, a veces tratada un poco abusivamente en la persistencia de un solo tono, acaso dos. No pasó de ser un apoyo a la voz, pero simplemente como la presencia de otro timbre sonoro por encima del cual se alzó una voz que alcanzó los agudos necesarios sin ningún esfuerzo, que trasmitió la energía y la tensión que merecían ciertos temas y que trinó en las modulaciones que debían hacerse en otros. A diferencia de otros grandes músicos de larga trayectoria, Anderson no muestra signos de deterioro vocal.
Tocando el dulcimer |
Y Anderson, consciente de que era su voz con escaso respaldo instrumental, presentó variantes a los temas originales, versiones diferentes, adaptaciones y combinaciones, explotando siempre la posibilidad de la voz por encima de cualquier otra cosa. Hizo un largo recorrido desde sus comienzos hasta el presente. De Yes no faltaron los temas como Sweet Dreams, Yours Is No Disgrace, Close To The Edge, Heart Of The Sunrise, Long Distance Runaround, Roundabout, And You And I, Starship Trooper, Soon, fragmentos del primer y cuarto movimiento de Tales From Topographic Oceans y más, y algunos temas de su carrera solista como The Flight Of The Moorglade, del disco Olias Of Sunhillow, o State Of Independence.
También conversó, bromeó, hizo más de una alusión a The Beatles - fragmento de A Day In The Life incluido -, dedicó a su esposa Jane el espectáculo, se congració con el público que, a fuerza de ser sincero, aplaudió mucho pero participó poco. Recién sobre el final, se soltó - nos soltamos - un poco más.
Tocando el ukelele |
Mención aparte merece la inexplicable disposición de las autoridades del Auditorio Adela Reta de no permitir tomar fotografías o filmaciones. Aunque hicimos varios intentos de obtener alguna imagen coherente, fracasamos en el intento, por lo cual no podemos ilustrar este post con ningún video original. Quizás algún otro asistente haya podido tomar algo y lo suba a YouTube. Las imágenes que aquí presentamos son de archivo, no del espectáculo de anoche en Montevideo.
De cualquier modo, no era una oportunidad para dejar pasar. Estos músicos pasan muy de vez en cuando por nuestro país.
En consecuencia, un agradable espectáculo que, de todos modos, contribuyó más a querer ver a ese pequeño gigante en una puesta escénica de mayor porte.
ABBEY ROAD dice:
4 / 5 YELLOW SUBMARINES
Hasta pronto
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