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viernes, 12 de agosto de 2011

MÚSICA QUE ROMPIÓ MI CABEZA IV: EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO

La llegada de los '90 trajo aparejada una gran novedad, como lo fueron los Discos Compactos. Conocidos desde fines de los '80, su popularización se dio durante los primeros '90 y con ello, vino la renovación de los catálogos musicales anteriores. No solo se editó música nueva, sino que se traspasó a formato digital todo lo posible del acervo musical anterior. Esto implicó la reaparición de muchos discos de los '70, la remasterización de las discografías y la llegada de lo que se había quedado atrasado cuando habían salido en vinilo muchos discos de los '80. Así que esa fue una buena oportunidad para ponerse al día con lo que uno se había perdido. Pero, como efecto colateral, también se pasó a una buena revisión a los vinilos originales y a una buena comparación con el sonido digital. No solamente a mí me pasó que, además de revisar mi vieja discoteca y de ir formando una nueva en nuevo formato, comencé a buscar más material del que no había llegado a nuestro medio. El proceso fue así: en relación a las ediciones en vinilo, hubo un momento en que se cortó la edición de muchas bandas, que ya no vendían como antes. Así que hubo que buscar en el mercado de los discos de vinilo usados para poder encontrar algo, ya que muchos no conservaron las dos discotecas sino que suplantaron una por otra. En consecuencia, el mercado de los usados se vio abastecido por mucho material y, como aquí muchos no se habían editado, aparecieron muchas ediciones en vinilo extranjeras, muchas de ellas de excelente calidad y muy buen estado de conservación. Esto sirvió para acceder a ediciones inglesas o estadounidenses y, en su defecto, argentinas y brasileñas - que no eran peores que aquellas - y para complementar con esas ediciones extranjeras los huecos de las discografías o para agregar una edición diferente a la nacional que ya se poseía. Esto especialmente tuvo que ver con las tapas, en particular en las ediciones originales.

Así que, durante los '90, además de acceder a algunas novedades, nos dedicamos a un trabajo arqueológico y a lo que algunos llaman la actividad de completionista. Vinilos y CDs compitieron rudamente por un lugar en los estantes de la discoteca. Y otros, también. Los nuevos invitados, es decir los VHS que comenzaron a democratizar la posesión de películas, documentales, conciertos, recopilaciones, etc. En verdad que todo ello ocupaba un lugar infernal, pero ¡qué satisfacción producía ver cómo se iban llenando espacios que habían esperado vacíos de puro porfiados!

Otro elemento que ayudó fue la mejora en la forma de grabar, en casetes de excelente calidad, por ejemplo en los de óxido de cromo, desde fuentes digitales que no trasmitían los ruidos de pista ni los rumbles de los motores de los tocadiscos. Poder duplicar algunos discos prestados incrementó las posibilidades de estar más al día y de ahondar más y mejor. Poco después ya se podría comenzar a registrar sobre CD desde la propia computadora - ordenador si lo prefieren algunos de los amigos españoles - lo cual derivó en una duplicación mucho más segura y duradera.
Y al lado de todo esto, modestamente pero con total seguridad comenzó a andar Internet. No quiero recordar la cantidad de tiempo que insumía descargar algo o navegar. Pero sí recuerdo muy bien con qué rapidez se fue desenvolviendo y aumentando las posibilidades de acceder más allá de las barreras que la distancia y el tiempo siempre habían interpuesto.

Curiosamente, a lo más nuevo también era difícil acceder en ese entonces, pero uno intuía que volvería el tiempo en el que las novedades estuvieran al alcance de la mano - y del oído - para volver a tomar contacto con la música que te rompería la cabeza otra vez. A medida que se terminaba el siglo, se acercaba más ese momento. 

Parecería que esa década no deparó demasiado, pero en realidad fue una época de puesta a punto, de reenganche y de retomar líneas que habían quedado truncas en algún momento. Y esa fue la actividad que rompió mi cabeza, o sea la de reconstruir, revalorizar, redescubrir y aumentar el ancho del caudal musical al cual se accedía. Aún me estaba perdiendo de mucho, pero no tardaría en llegar el momento de encontrarme también con lo que estaba surgiendo en los '90 pero aún no podía divisar dónde se hallaba.

¿Y con la música uruguaya, qué pasaba?
Para mi gusto, poco, o mejor dicho, más de lo mismo. Hagamos una excepción con Jaime Roos y con los Fattorusso, que mantuvieron más la conexión con la música que se hacía en el mundo, rompiendo el cascarón que nos encerró mucho tiempo en lo vernáculo, o en la influencia más facilista del ska, el hip hop y otras variantes que ensayaron las bandas locales más exitosas de entonces.
En el Rock, podríamos hacer excepción con bandas como Buitres.
Entretanto, además de completar el rompecabezas del Prog de los '70 en todas sus proyecciones hasta los '90, tratando de escucharlo todo aunque no me convenciera del todo o directamente hubiera cosas que no me gustaran, me volqué a recuperar otras cosas que me habían quedado en el camino, especialmente el Rock Argentino, que a mi gusto fue el que quedó casi solo aguantando la vela a nivel continental. Y allí desempolvé con fruición y me di cuenta de lo mal que los había escuchado antes, muy especialmente a esa etapa del Rock Argentino más fermental donde sobresale eminentemente Serú Girán. Pero también incursioné a seguir lo de Charly solo, lo de Fito Páez, y con ellos, León Gieco, Litto Nebbia, Spinetta, Calamaro y tantos más. Allí fui de atrás para adelante y de adelante para atrás, descubriendo lo nuevo y sorprendiéndome con lo viejo - y reprendiéndome por haberlo dejado pasar en su momento -.





SERU GIRAN



CHARLY GARCÍA



FITO PÁEZ



LEÓN GIECO



LUIS ALBERTO SPINETTA



LITTO NEBBIA




ANDRÉS CALAMARO
 

Así que me iba aprontando para algo que intuía y esperaba, que presentía y notaba su aproximación. Y supe que vendría a través del espacio virtual.

Lo mejor estaba aún por venir.

Hasta la próxima
 

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