Luego de abrir la pierna latinoamericana de su Out There! Tour en el Estadio Centenario de Montevideo el pasado 19 de abril, McCartney continuó su gira por países latinoamericanos.
Así, los días 22 y 23 de abril se presentó en el Movistar Arena de Santiago de Chile [con reprogramación de su actuación prevista para el 21], el día 25 de abril hizo lo propio en el Estadio Nacional de Lima, Perú, continuando el 28 de abril en el Estadio de Liga Deportiva Universitaria de Quito, Ecuador, para terminar el pasado 1º de mayo en el Estadio Nacional de San José de Costa Rica.
Todos los conciertos tuvieron ecos muy resonantes, confirmando la vigencia de quien se erige en el máximo exponente de la música popular de los últimos 50 años.
He aquí algunas huellas que quedaron del pasaje de este fenómeno por tierras latinoamericanas.
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Publicitario con las fechas ya reprogramadas |
EL UNIVERSAL [CHILE]
Aclaman a Paul McCartney en Chile
09:24Santiago, Chile | Miércoles 23 de abril de 2014
EN ESCENA. Y,
aunque hayan transcurrido casi cinco décadas desde entonces, hay cosas
que McCartney conserva intactas de aquella época, como la pícara
inocencia, las ganas de disfrutar de la música y el bajo Höfner con el
que abrió el concierto. (Foto: EFE )
El retorno del líder de The Beatles a Santiago, tras los multitudinarios conciertos de 1993 y 2011, fue un exito total
Paul McCartney necesitó diez años para convertirse en
el músico pop más famoso de la historia y tan solo diez minutos para
encandilar a 15 mil personas que la pasada noche le aclamaron en su
tercera visita a Chile.
El retorno del líder de The Beatles a Santiago, tras los multitudinarios conciertos de 1993 y 2011, estaba previsto para el lunes, pero se canceló a última hora por problemas técnicos y el concierto tuvo que reprogramarse.
Gracias a la avería de un avión, los resignados seguidores que no alcanzaron a comprar las entradas para el concierto inicial pudieron presumir de que fueron los primeros en escuchar en directo los temas de "New" , el primer disco de McCartney en seis años.
Y considerando el precio de las entradas (entre 125 y casi 1.500 dólares; entre 90 y 1.085 euros) , el recital, que duró más de dos horas y media e incluyó cerca de cuarenta canciones, era de los que hay que disfrutar desde el primero hasta el último minuto.
El espectáculo arrancó con una contagiosa invitación a participar de un "viaje mágico y misterioso" ("Magical Mistery Tour") , como proponía la banda sonora de la película estrenada en 1967, cuando los de Liverpool, con Paul McCartney, John Lennon, Gorge Harrison y Ringo Star, estaban en pleno apogeo.
Y, aunque hayan transcurrido casi cinco décadas desde entonces, hay cosas que McCartney conserva intactas de aquella época, como la pícara inocencia, las ganas de disfrutar de la música y el bajo Höfner con el que abrió el concierto.
Compositor, intérprete y productor, McCartney es además un músico multinstrumentista que brinca de la guitarra acústica a la eléctrica, del ukalele al piano y del bajo a los teclados, como si tal cosa.
Pero su principal atractivo es la mezcla de melancolía, excitación y admiración que es capaz de hacerle sentir al público cuando suenan las canciones de The Beatles, de Wings o de su prolífica carrera en solitario.
Y así fue como "All my loving" , "Paperback writer" , "The night before" transportaron a un público mayoritariamente maduro varias décadas atrás.
En el escenario, las gigantescas pantallas de vídeo reproducían nostálgicas imágenes en blanco y negro, mientras en las gradas, los celulares trabajaban duro en la producción de autofotos para inmortalizar la experiencia.
Cuando Paul se quitó el gabán, un grupo de fanáticas le piropeó sin contemplaciones. A pesar de sus 71 años, McCartney conserva actitudes y rasgos propios de un muchacho. La figura enjuta, las morisquetas al público, la adolescente complicidad con la banda. Es como si nada hubiera cambiado desde los tiempos del programa de Ed Sullivan.
Pero también puede acercar su personalidad hacia la orilla de la madurez. "Esta canción la escribí para mi hermosa esposa Nancy" , dijo al presentar el tema "My Valentine" , una sorprendente y delicada canción relatada en vídeo por Natalie Portman y Johnny Depp, empleando el lenguaje de los sordomudos.
McCartney se adentró después en su etapa con Wings, la banda que formó en 1971, tras la disolución de The Beatles, junto con su primera esposa, Linda Eastman, y el batería Deni Seiwell y el guitarrista Denny Laine.
Desde "Let me roll it" hasta "Nineteen hundred and eighty-vie" , pasando por "Band on the run" y la apoteósica "Live and let die" , una canción al más puro estilo del rock sinfónico que fue empleada como tema musical de la película homónima de James Bond y que estuvo acompañada de una atronadora descarga pirotécnica.
Con 57 años de carrera a sus espaldas, el músico y compositor más exitoso en la historia de la música pop, que este mismo año ha recibido cinco premios Grammy, hace gala de una sencillez extrema.
La soberbia no va con él. Ni siquiera por haber vendido 100 millones de discos, ser Caballero de la Orden del Imperio Británico y Oficial de la Legión de Honor Francesa, o tener un planeta con su nombre.
El retorno del líder de The Beatles a Santiago, tras los multitudinarios conciertos de 1993 y 2011, estaba previsto para el lunes, pero se canceló a última hora por problemas técnicos y el concierto tuvo que reprogramarse.
Gracias a la avería de un avión, los resignados seguidores que no alcanzaron a comprar las entradas para el concierto inicial pudieron presumir de que fueron los primeros en escuchar en directo los temas de "New" , el primer disco de McCartney en seis años.
Y considerando el precio de las entradas (entre 125 y casi 1.500 dólares; entre 90 y 1.085 euros) , el recital, que duró más de dos horas y media e incluyó cerca de cuarenta canciones, era de los que hay que disfrutar desde el primero hasta el último minuto.
El espectáculo arrancó con una contagiosa invitación a participar de un "viaje mágico y misterioso" ("Magical Mistery Tour") , como proponía la banda sonora de la película estrenada en 1967, cuando los de Liverpool, con Paul McCartney, John Lennon, Gorge Harrison y Ringo Star, estaban en pleno apogeo.
Y, aunque hayan transcurrido casi cinco décadas desde entonces, hay cosas que McCartney conserva intactas de aquella época, como la pícara inocencia, las ganas de disfrutar de la música y el bajo Höfner con el que abrió el concierto.
Compositor, intérprete y productor, McCartney es además un músico multinstrumentista que brinca de la guitarra acústica a la eléctrica, del ukalele al piano y del bajo a los teclados, como si tal cosa.
Pero su principal atractivo es la mezcla de melancolía, excitación y admiración que es capaz de hacerle sentir al público cuando suenan las canciones de The Beatles, de Wings o de su prolífica carrera en solitario.
Y así fue como "All my loving" , "Paperback writer" , "The night before" transportaron a un público mayoritariamente maduro varias décadas atrás.
En el escenario, las gigantescas pantallas de vídeo reproducían nostálgicas imágenes en blanco y negro, mientras en las gradas, los celulares trabajaban duro en la producción de autofotos para inmortalizar la experiencia.
Cuando Paul se quitó el gabán, un grupo de fanáticas le piropeó sin contemplaciones. A pesar de sus 71 años, McCartney conserva actitudes y rasgos propios de un muchacho. La figura enjuta, las morisquetas al público, la adolescente complicidad con la banda. Es como si nada hubiera cambiado desde los tiempos del programa de Ed Sullivan.
Pero también puede acercar su personalidad hacia la orilla de la madurez. "Esta canción la escribí para mi hermosa esposa Nancy" , dijo al presentar el tema "My Valentine" , una sorprendente y delicada canción relatada en vídeo por Natalie Portman y Johnny Depp, empleando el lenguaje de los sordomudos.
McCartney se adentró después en su etapa con Wings, la banda que formó en 1971, tras la disolución de The Beatles, junto con su primera esposa, Linda Eastman, y el batería Deni Seiwell y el guitarrista Denny Laine.
Desde "Let me roll it" hasta "Nineteen hundred and eighty-vie" , pasando por "Band on the run" y la apoteósica "Live and let die" , una canción al más puro estilo del rock sinfónico que fue empleada como tema musical de la película homónima de James Bond y que estuvo acompañada de una atronadora descarga pirotécnica.
Con 57 años de carrera a sus espaldas, el músico y compositor más exitoso en la historia de la música pop, que este mismo año ha recibido cinco premios Grammy, hace gala de una sencillez extrema.
La soberbia no va con él. Ni siquiera por haber vendido 100 millones de discos, ser Caballero de la Orden del Imperio Británico y Oficial de la Legión de Honor Francesa, o tener un planeta con su nombre.
Nada parece haber cambiado a un hombre que se emociona recordando a su "hermano John" al interpretar "Here today" , la canción que escribió en 1982 sobre la relación que mantenía con John Lennon, asesinado dos años antes.
O al interpretar "Something in the way she moves" en recuerdo de su "querido George" , el tema lanzada en 1969 dentro del álbum "Abbey Road" y que fue la primera canción escrita por George Harrison.
Es el mismo McCartney que canta alborozado al son de la guitarra acústica, el bajo y el bombo ese himno optimista y un tanto naif llamado "All together now" , o que desparrama sobre el público el optimismo de la denostada "Ob-La-Di, Ob-La-Da" , considerada por Lennon como "la mierda para abuelas de Paul" .
En un concierto del exBeatle cabe de todo, desde "Back in the U.S.S.R." , que hoy pasaría por ser el himno de Vladimir Putin en Ucrania, hasta la melancólica "Let it be" , que reproduce la onírica conversación de McCartney con su desaparecida madre.
Y en casi tres horas de recital hay ocasión también para las payasadas, los trabalenguas en español y el cariñoso saludo a un niño vestido a lo "Sargent Pepper" .
Tras sus dos conciertos en Chile, McCartney proseguirá su gira latinoamericana, que comenzó la semana pasada, en Montevideo y recitales en Lima, Quito y San José.
SETLIST DEL PRIMER CONCIERTO
SETLIST DEL SEGUNDO CONCIERTO
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Publicitario del concierto de Lima, Perú. |
LA REPÚBLICA [PERÚ]
Paul McCartney en Lima: El mítico beatle brindó un espectacular concierto
Sabado, 26 de abril de 2014 | 8:34 am
Luciano Laurencio
Paulatinamente el verano abandona Lima y las noches capitalinas asumen el frío característico por estos meses. Sin embargo, el ansiado retorno de una voz mítica quebró los termómetros en el Estadio Nacional mezclando la euforia y nostalgia de 35 mil personas que llegaron para sentir la experiencia de escuchar a un beatle en vivo.
9:30 PM
La impaciencia era el factor común, pero la espera bien valió la pena. Un repaso fotográfico de su carrera finalizó a las nueve y media dejando el recinto a oscuras y con el grito ahogado ante su inminente aparición. Sir Paul McCartney dejó de lado el protocolo y arrancó la jornada haciendo lo que mejor sabe.
El pegajoso estribillo de “Magical Mistery Tour” anunciaba lo que fue la noche, un fantástico recorrido por la notable carrera de una leyenda.
Continuó con “Save us” (de las mejores canciones de su nuevo álbum, New) y antes de proseguir dirigió sus primeras palabras al público peruano: “Hola, Lima. ¡Buenas noches, Perú! ¡Muchas gracias!”.
“Estoy muy feliz de estar acá de nuevo. Trataré de hablar un poquito en español, aunque lo haré más en inglés”, dijo ante una audiencia que lo aplaudiría sin importar en que idioma se dirija a ellos.
“All my loving”, perfecta promesa de amor, y “Listen to what the man said” fueron los siguientes temas que McCartney cantó antes de quitarse el elegante saco azul para terminar de meterse el público al bolsillo con el clásico “¡Qué viva el Perú carajo!”.
“WE ARE GONNA HAVE A FIESTA TONIGHT”
Luego de “Let me roll it”, Paul tomó el mismísimo bajo con el cual grabó “Paperback writer” y con este clásico demostró que pese al paso de los años, aunque con mucho más esfuerzo que antes, todavía es capaz entregar esa voz con la que cautivó a distintas generaciones.
Tras la adrenalina liberada con el feroz arranque, McCartney tomó el piano para calmar el asunto. “My valentine” (dedicada a su esposa Nancy Shevell), “Nineteen hundred and eighty-five”, “The long and winding road” y “Maybe i'm amazed” (dedicada a la fallecida Linda Eastman) bajaron las revoluciones en el recinto.
Pero Paul prometió fiesta en el Nacional por lo que reclamó nuevamente su guitarra para someter al público y exigir sus gargantas con “I've just seen a face”, “We can work it out” y “Another day”.
El concierto era una montaña rusa. “And i love her”, otra memorable canción de amor, y “Blackbird”, con su melancólica tonada, dieron paso a que Paul termine de imponer la nostalgia en el lugar dedicándole “Here today” a John Lennon.
Con “New” y la trepidante “Queenie Eye”, ambos temas de su nueva producción, Paul devolvió a los presentes las ganas de sacudirse y con “Lady Madonna” y “All together now” instaló la fiesta nuevamente.
“DONT WORRY, I KNOW WHERE I AM”
Medio concierto había transcurrido ya y uno de los clásicos del “Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band” se avecinaba. “Será la primera vez que toquemos la siguiente canción en Chile. Oh, Perú. No se preocupen, sé dónde estoy”, dijo Paul en una confusión que hubiera implicado una silbatina en caso no se tratara de él.
¿La canción en cuestión? “Lovely Rita”, tema emblemático del disco que para muchos fue el mejor de The Beatles.
“Everybody out there” y “Eleanor Rigby” marcaron nuevamente ese constante sube y baja que fue la presentación de McCartney y que continuaría con dos de las canciones más coreadas de la noche.
“Por primera vez en Perú”, dijo Paul como queriendo reparar un error que ya había quedado en el olvido al presentar “Being for the benefit or Mr. Kite!”, tema que inundó el Nacional con las incomparables sensaciones que “The Fab Four” impregnaron en el Sargento Pimienta.
Tal como lo hizo durante su primera presentación en Lima, McCartney pidió su ukelele para homenajear a otro beatle fallecido. “Something” de George Harrison despertó resignación de muchos de los presentes al pensar en lo que hubiera sido acudir a un concierto de los Beatles con su formación completa.
Y ante un público que añoraba los tiempos de los 4 de Liverpool juntos, a Paul no le quedó otra opción que atacar con más clásicos.
“Ob-la-di, ob-la-da”, “Back in the USSR” y “Let it be” dieron justo en el blanco y el público ya no podía dejar de cantar. Sin embargo, “Live and let die” desvió la atención sobre Paul ya que todos miraron al cielo para apreciar el espectacular show pirotécnico preparado para la ocasión.
Cuando se pensaba que el momento más impactante del concierto había pasado llegó “Hey Jude” para terminar de exprimir las gargantas que aún conservaban energía. El juego en el que Paul y su cómplice público cantaban el inolvidable “na-na-na” terminó con el inglés retirándose de escena por primera vez.
THE END
Desde todas las tribunas se coreaba su nombre y su regreso no tardó mucho. Corriendo con la bandera peruana en el escenario, McCartney volvió para alivio del público y con energía renovada para interpretar “Day Tripper”.
“Hi, hi, hi” y “I saw her standing there” completaron el primer encore para que Paul, junto a su banda, se despidieran de los presentes por segunda ocasión.
Establecido estaba que Paul retornaría y la espera se hizo eterna, pero por escuchar la siguiente canción el tiempo esperado nunca será demasiado.
“Yesterday” marcó el inicio del segundo retorno de McCartney y dio justo en las almas de quienes pese a tener la garganta maltrecha no podían dejar de cantar esta prueba de que la perfección musical existe.
Aletargados aún por el trance del tema anterior, los asistentes despertaron con la estridente “Helter Skelter”. Despertaron del circuito mágico por el que Paul los había guiado durante más de dos horas y se dieron cuenta de que el final estaba cerca.
Como es normal, cuando uno quiere que el tiempo pase más lento este transcurrirá más rápido, y así sucedió con los tres temas que cerraron la noche.
“Golden slumbers”, “Carry that weight” y “The end” despidieron el tour mágico que la gira Out There trajo al paìs y devolvieron a la realidad al Estadio Nacional, donde se volvió a sentir frío cuando Paul dijo “ya me quito”, pero también nació la esperanza de recibirlo nuevamente ante su promesa de retornar. No hay primera sin segunda, ni segunda sin tercera, y esperemos que así sea.
Paulatinamente el verano abandona Lima y las noches capitalinas asumen el frío característico por estos meses. Sin embargo, el ansiado retorno de una voz mítica quebró los termómetros en el Estadio Nacional mezclando la euforia y nostalgia de 35 mil personas que llegaron para sentir la experiencia de escuchar a un beatle en vivo.
9:30 PM
La impaciencia era el factor común, pero la espera bien valió la pena. Un repaso fotográfico de su carrera finalizó a las nueve y media dejando el recinto a oscuras y con el grito ahogado ante su inminente aparición. Sir Paul McCartney dejó de lado el protocolo y arrancó la jornada haciendo lo que mejor sabe.
El pegajoso estribillo de “Magical Mistery Tour” anunciaba lo que fue la noche, un fantástico recorrido por la notable carrera de una leyenda.
Continuó con “Save us” (de las mejores canciones de su nuevo álbum, New) y antes de proseguir dirigió sus primeras palabras al público peruano: “Hola, Lima. ¡Buenas noches, Perú! ¡Muchas gracias!”.
“Estoy muy feliz de estar acá de nuevo. Trataré de hablar un poquito en español, aunque lo haré más en inglés”, dijo ante una audiencia que lo aplaudiría sin importar en que idioma se dirija a ellos.
“All my loving”, perfecta promesa de amor, y “Listen to what the man said” fueron los siguientes temas que McCartney cantó antes de quitarse el elegante saco azul para terminar de meterse el público al bolsillo con el clásico “¡Qué viva el Perú carajo!”.
“WE ARE GONNA HAVE A FIESTA TONIGHT”
Luego de “Let me roll it”, Paul tomó el mismísimo bajo con el cual grabó “Paperback writer” y con este clásico demostró que pese al paso de los años, aunque con mucho más esfuerzo que antes, todavía es capaz entregar esa voz con la que cautivó a distintas generaciones.
Tras la adrenalina liberada con el feroz arranque, McCartney tomó el piano para calmar el asunto. “My valentine” (dedicada a su esposa Nancy Shevell), “Nineteen hundred and eighty-five”, “The long and winding road” y “Maybe i'm amazed” (dedicada a la fallecida Linda Eastman) bajaron las revoluciones en el recinto.
Pero Paul prometió fiesta en el Nacional por lo que reclamó nuevamente su guitarra para someter al público y exigir sus gargantas con “I've just seen a face”, “We can work it out” y “Another day”.
El concierto era una montaña rusa. “And i love her”, otra memorable canción de amor, y “Blackbird”, con su melancólica tonada, dieron paso a que Paul termine de imponer la nostalgia en el lugar dedicándole “Here today” a John Lennon.
Con “New” y la trepidante “Queenie Eye”, ambos temas de su nueva producción, Paul devolvió a los presentes las ganas de sacudirse y con “Lady Madonna” y “All together now” instaló la fiesta nuevamente.
“DONT WORRY, I KNOW WHERE I AM”
Medio concierto había transcurrido ya y uno de los clásicos del “Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band” se avecinaba. “Será la primera vez que toquemos la siguiente canción en Chile. Oh, Perú. No se preocupen, sé dónde estoy”, dijo Paul en una confusión que hubiera implicado una silbatina en caso no se tratara de él.
¿La canción en cuestión? “Lovely Rita”, tema emblemático del disco que para muchos fue el mejor de The Beatles.
“Everybody out there” y “Eleanor Rigby” marcaron nuevamente ese constante sube y baja que fue la presentación de McCartney y que continuaría con dos de las canciones más coreadas de la noche.
“Por primera vez en Perú”, dijo Paul como queriendo reparar un error que ya había quedado en el olvido al presentar “Being for the benefit or Mr. Kite!”, tema que inundó el Nacional con las incomparables sensaciones que “The Fab Four” impregnaron en el Sargento Pimienta.
Tal como lo hizo durante su primera presentación en Lima, McCartney pidió su ukelele para homenajear a otro beatle fallecido. “Something” de George Harrison despertó resignación de muchos de los presentes al pensar en lo que hubiera sido acudir a un concierto de los Beatles con su formación completa.
Y ante un público que añoraba los tiempos de los 4 de Liverpool juntos, a Paul no le quedó otra opción que atacar con más clásicos.
“Ob-la-di, ob-la-da”, “Back in the USSR” y “Let it be” dieron justo en el blanco y el público ya no podía dejar de cantar. Sin embargo, “Live and let die” desvió la atención sobre Paul ya que todos miraron al cielo para apreciar el espectacular show pirotécnico preparado para la ocasión.
Cuando se pensaba que el momento más impactante del concierto había pasado llegó “Hey Jude” para terminar de exprimir las gargantas que aún conservaban energía. El juego en el que Paul y su cómplice público cantaban el inolvidable “na-na-na” terminó con el inglés retirándose de escena por primera vez.
THE END
Desde todas las tribunas se coreaba su nombre y su regreso no tardó mucho. Corriendo con la bandera peruana en el escenario, McCartney volvió para alivio del público y con energía renovada para interpretar “Day Tripper”.
“Hi, hi, hi” y “I saw her standing there” completaron el primer encore para que Paul, junto a su banda, se despidieran de los presentes por segunda ocasión.
Establecido estaba que Paul retornaría y la espera se hizo eterna, pero por escuchar la siguiente canción el tiempo esperado nunca será demasiado.
“Yesterday” marcó el inicio del segundo retorno de McCartney y dio justo en las almas de quienes pese a tener la garganta maltrecha no podían dejar de cantar esta prueba de que la perfección musical existe.
Aletargados aún por el trance del tema anterior, los asistentes despertaron con la estridente “Helter Skelter”. Despertaron del circuito mágico por el que Paul los había guiado durante más de dos horas y se dieron cuenta de que el final estaba cerca.
Como es normal, cuando uno quiere que el tiempo pase más lento este transcurrirá más rápido, y así sucedió con los tres temas que cerraron la noche.
“Golden slumbers”, “Carry that weight” y “The end” despidieron el tour mágico que la gira Out There trajo al paìs y devolvieron a la realidad al Estadio Nacional, donde se volvió a sentir frío cuando Paul dijo “ya me quito”, pero también nació la esperanza de recibirlo nuevamente ante su promesa de retornar. No hay primera sin segunda, ni segunda sin tercera, y esperemos que así sea.
EL SETLIST DE LIMA
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Paul McCartney en Ecuador: derroche de energía, sencillez y rock and roll
Por Carla Loaiza
Quito, 29 abr (Andes) - La energía y sencillez de Paul McCartney fueron los detonantes del gran espectáculo que ofreció el artista por primera vez en Ecuador, este lunes en el estadio de Liga Deportiva Universitaria, donde a pesar de la lluvia, los fanáticos disfrutaron durante dos horas y cuarenta minutos de lo mejor de Los Beatles y del músico de Liverpool.
Media hora antes que inicie el show, cargado de potentes luces y fuegos artificiales, una serie de imágenes del artista británico y de los integrantes de Los Beatles pasaban por las dos pantallas gigantes colocadas a los lados del gran escenario que ocupaba la parte sur del estadio.
Las imágenes eran acompañadas de canciones como Bésame mucho o And i love her, como abrebocas del repertorio que ofreció McCartney, que inició casi puntual, a las 21:05 locales, con la ya conocida canción Eight Days a Week y continuó con la reciente Save Us, de su más reciente producción NEW.
Tras estas interpretaciones, Sir Paul McCartney rompió el hielo con el público. “Que dice Ecuador… chullas quiteños”, fueron sus primeras palabras a los más de 35 mil asistentes, quienes aplaudieron y gritaron emocionados al ver por primera vez a un exbeatle en concierto.
El buen sonido de las guitarras y la batería se apreciaban desde todas las localidades que corearon All my loving, una de las canciones más esperadas de la noche. A esto le siguió un “Gracias”, de un sencillo McCartney que no dudó en decir “estoy muy feliz de estar aquí finalmente”, mientras la gente no dejaba de aplaudirlo.
Sir McCartney dejó su chaqueta de color rojo oscuro y quedó en chaleco negro para apoderarse de su guitarra eléctrica de colores y después de decir “Qué buena fiesta en Quito”, entonó Let Me Roll It, interpretación acompañada de potentes luces rojas e imágenes que copaban las pantallas en el escenario.
El cantante se mostraba agradecido tras cada intervención, con un “Thank you folks”, no tomaba descansos y continuaba. Él quería complacer al público ecuatoriano que esperó por muchos años ver en vivo un show como éste.
“Esta es la misma guitarra que usé cuando compuse esta canción en los 60”, dijo McCartney antes de entonar Paperback Writer. La gente emocionada no podía creer que ese instrumento haya llegado hasta territorio ecuatoriano.
Las dedicatorias no faltaron durante el show. My Valentine se la dedicó a Nancy, a su actual esposa. La canción estuvo acompañada de imágenes de los actores Jonny Depp y Natalie Portman haciendo lenguaje de señas mientras el británico cantaba la canción.
Después interpretó Maybe I’m Amazed, dedicada a su primera esposa Linda y más tarde dedicó Here today al fallecido John Lennon.
Un “achachay” pronunciado graciosamente por McCartney hizo reír a más de uno y auguraba la llovizna que pronto asomó en Ponciano, pero que no impidió corear otras canciones como Another Day, And I love her o Blackbird.
Así como hubo espacio para recordar lo que fue su paso en la banda británica de Los Beatles, también interpretó temas de su nuevo disco como NEW, canción con la que miles de fanáticos ecuatorianos levantaron un cartel con el logo de esta producción, ante lo cual McCartney agradeció y dijo que “eso fue hermoso”.
Y como Paul no tenía intenciones de descansar, siguió con una incansable energía y su oferta musical que se completaba con las afamadas canciones Lady Madonna, All together now, Lovely Rita, Everybody Out There (canción que da nombre a la gira con la que llegó al país) y For the benefit of Mr. Kite y Something, con quien recordó a George Harrison, otro de los integrantes de Los Beatles que falleció en 2001.
Obladi oblada, Back in the USSR y la esperada Let it be alertaban al público de una inminente despedida del artista, que a pesar de la lluvia invitó a los ecuatorianos a corear Live and let die, canción donde los fuegos artificiales se hicieron presentes, y Hey Jude, que alargaba el concierto y ponía el toque inolvidable de la noche lluviosa, junto al exbeatle, tras dos horas del show.
McCartney se despidió, pero cinco minutos después volvió con dos banderas, una de Ecuador y otra de Inglaterra, y como sintiéndose parte de esta ciudad capital, el cantante dijo “una canción de yapa” y entonó Day Tripper y después Get Back, como augurando un próximo regreso.
La banda se despide y el cantante agradece nuevamente a los asistentes, quienes se resisten a su partida. Nadie se movió de sus lugares y esperaron que regrese otra vez. Y McCartney lo hizo.
La gente cantó junto con él Yesterday, vibró con Helter Skelter, saltó con un popurrí de All you need is love, She loves you y Golden Slumbers; y finalmente agradeció a McCartney por despedirse con In the end. Tras su interpretación dijo a los ecuatorianos “hasta una próxima” y los fuegos artificiales y cientos de papeles se alzaron en el cielo y dieron por terminada una noche de buen rock and roll y mucha emoción.
La información y el contenido multimedia, publicados por la Agencia de Noticias Andes, son de carácter público, libre y gratuito. Pueden ser reproducidos con la obligatoriedad de citar la fuente.
http://www.andes.info.ec/es/noticias/paul-mccartney-ecuador-derroche-energia-sencillez-rock-and-roll.html
EL SETLIST DEL CONCIERTO EN QUITO
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Promocional del concierto en Costa Rica |
LA NACIÓN [COSTA RICA]
Concierto en el Estadio Nacional
Paul McCartney en Costa Rica: un repaso por memorias en alta fidelidad
POR Alessandro Solís Lerici
El ex-Beatle debutó anoche en Costa Rica con casi tres horas de
concierto, en las que los regalos que le dio al público fueron
incontables, mientras que los presentes le devolvieron todo el amor y
gratitud del mundo
Medio siglo de historias en cada una de las almas presentes en el Estadio Nacional de Costa Rica rebobinan al son de Eight Days a Week.
8:19 p. m.; no han pasado dos minutos de concierto y en el aire se
desborda un torrente de recuerdos que relatan cuentos tan disímiles como
sobrecogedores.
Las reminiscencias no se alteran ni
con el tiempo ni con el espacio. Son fotografías que abarcan desde las
bailadas –guiadas por la cadencia de Los Beatles– que se pegaban en los
años 60 y 70 quienes hoy son considerados veteranos, hasta las
evocaciones frescas de generaciones recientes; de los hijos, primos,
sobrinos, vecinos, hermanos, nietos y amigos de quienes absorbieron y
asimilaron la obra de Los Cuatro Grandes en un contexto distinto al que
la vio desarrollarse.
Objeto de la atención del aforo,
Paul McCartney iza su voz frente al micrófono
para saludar a un país que parece haber aguardado por su presencia
desde el día en que nació, hace casi 72 años. “Hola, ticos”, dice, en
español. “Estoy muy feliz de estar aquí, ¡finalmente!”. El estadio
estalla.
Además de los miles de seres humanos que lo
acompañaron en su concierto del jueves, junto a él desfila un popurrí de
figuras destacables: su leal banda, conformada por el guitarrista Rusty
Anderson, el tecladista Paul Wickens, el bajista Brian Ray y el
baterista Abe Laboriel Jr.
McCartney, por su parte,
canta y toca la guitarra, pero no toda la noche será así; en algunos
momentos, sus manos preferirán el piano, el bajo o hasta un ukulele,
con el que interpretó Something de forma espléndida.
Cómplice. Estar frente a un revolucionario de la música pop y rock no es cosa menor, máxime cuando dicho ídolo ha logrado mantener viva su carrera tantas décadas después.
Todavía mejor que eso es que esa luminaria se dirija al público en su
propio idioma y le diga cosas como “te quiero”, “pura vida”, “qué buena
tafies” o “qué chiva”; que se detenga a ver a
los ojos a quienes vinieron a verlo, y que baile entre canciones y
dedique los minutos no-musicales a entablar una conversación con el
público.
De repente, McCartney detiene el comienzo de Paperback Writer
para contar que la guitarra con la que va a tocar la canción (también
de Los Beatles) es la misma con la que la grabaron... “¡En los años
sesenta!”.
Si bien Macca ha logrado construir una
infalible carrera como solista, él sabe que lo que la mayoría de
personas quieren es escucharlo cantar canciones de Beatles y Wings (la
banda que formó luego de la separación del cuarteto de Liverpool), y es
por eso que la mayor parte del espectáculo se enfoca en esas épocas.
En la gira
Out There!, McCartney construye confianza para
sus canciones como solista; es decir, tienta al público con clásico tras
clásico de sus veneradas agrupaciones, y una vez que sostiene al gentío
en lo más alto, lanza algo de lo que ha compuesto en solitario, que
aunque son menos populares, igualmente enganchan.
Por supuesto, son temas de Los Beatles –como All My Loving, The Long and Winding Road, I've Just Seen a Face, And I Love Her y Blackbird – los que generan pequeños sismos alrededor de cualquier lugar en el que Paul McCartney se presente.
Además de complacer al aforo con palabras y melodías, el músico brinda
un espectáculo alucinante que va más allá de los placeres del oído: el
escenario es dinámico y él se eleva varias veces sobre el mismo, el
juego de pólvora en Live and Let Die es un ataque al corazón, y los juegos de luces y las pantallas son del más alto nivel.
Regalos mutuos. El momento más alto de la noche en la que McCartney debutó en Costa Rica fue con Hey Jude, la última canción que interpretó antes de despedirse por primera vez.
Regalos mutuos. El momento más alto de la noche en la que McCartney debutó en Costa Rica fue con Hey Jude, la última canción que interpretó antes de despedirse por primera vez.
El club de fans Meet the Beatles le tenía una sorpresa para cuando
tocara esa canción: 10.000 rótulos con la leyenda “Na” fueron repartidos
entre todo el público, y Paul parecía querer llorar de la felicidad
cada vez que volvía a ver al Estadio Nacional sosteniendo en papel el
coro de la pieza.
Incluso, la producción del artista
estaba sorprendida con la cantidad de papeles que de repente aparecieron
durante su interpretación.
Después del tema,
McCartney se retiró a su camerino, pero tres minutos después ya estaba
de vuelta en las tablas, sosteniendo una bandera de Costa Rica junto a
una del Reino Unido, devolviéndole el regalo gráfico a sus seguidores
costarricenses.
Day Tripper, Hi, Hi, Hi y Get Back
fueron las canciones que interpretó tras el emotivo momento, antes de
salir por segunda vez del escenario, no sin antes regresar, nuevamente,
esta vez a interpretar más temas, entre ellos Helter Skelter y The End.
Durante las casi tres horas de concierto, Macca nunca ocultó su
característica sonrisa y sus facciones de niño. Costa Rica fue su playground.
McCartney es adicto a la vida sobre el escenario, a tener a un estadio
con 20.000 personas secundando cada una de sus palabras, a hacer un
chiste del que todos se rían, a ver a otros sonriendo con sus canciones.
Todas esas son las razones por las que está vivo, a pesar de lo que las
necias teorías de conspiración quieran decir acerca de su existencia.
Paul está vivo, y ayer estuvo en Costa Rica. Todos lo vimos. Todos
estamos un poquito más vivos desde entonces.
LA PRENSA GRÁFICA [EL SALVADOR]
¡Mucho gusto, Sir Paul McCartney!
3 de Mayo de 2014 a la(s) 6:0 - Wilmer Merino
Viajaron 23 horas en autobús para conocer a un Beatle. Fans salvadoreños recorrieron parte de Centroamérica para asistir al concierto que sir Paul McCartney ofreció en Costa Rica el jueves por la noche. El legendario músico británico los acogió con un espectáculo de casi tres horas que incluyó algunos de los éxitos más importantes de la historia de la música popular.
Más de 40 salvadoreños se lo tomaron muy en serio. Hicieron un viaje de 23 horas en autobús de San Salvador hasta San José, Costa Rica, para ser parte de la histórica primera visita de un Beatle a territorio centroamericano. Desde una joven de 22 años como Bárbara Castillo, hasta padres de familia como Ernesto Córdova, quien quiso compartir el momento con dos de sus hijos.
Para este espectáculo también estuvo la presencia de algunos especialistas como miembros del Club de Beatlemaníacos de El Salvador; no podían faltar personas que desde su juventud hicieron de The Beatles su materia favorita de estudio y esa noche tendrían la oportunidad de ver a pocos metros a uno de sus máximos referentes, de los dos que siguen con vida (Ringo Starr es el otro).
La euforia por este concierto inició desde el miércoles, cuando a la 1 de la tarde algunos fans entre los 19 y 25 años comenzaron a formar la fila en uno de los sectores del Estadio Nacional de Costa Rica. “Quisimos ser los primeros de la fila. Esta experiencia de ser los primeros y conocer otras personas que también son fans es muy rica… Hay algunos momentos duros, como que en la madrugada hace mucho frío y costó dormir en el piso, pero este sacrificio lo vale: estamos hablando de Paul McCartney, un ex Beatle, un sueño hecho realidad”, comentó Alexandra López, de 25 años de edad, acompañada de cuatro amigos y quien confesó que heredó su afición a Los Beatles de sus padres.
La noche del 1.º de mayo llegó y las pantallas gigantes en un enorme escenario se encendieron para hacer un recorrido con imágenes de la infancia y la juventud de los miembros de Los Beatles. Parecían fotografías que también golpeaban las memorias de muchos de los presentes, los mayores que se veían adornados por otros más jóvenes y adolescentes a su alrededor: hijos, sobrinos, amigos. Así ocurrió, varias generaciones se unieron como pocas veces ocurre en un espectáculo musical. Al menos 25,000 personas en ese estadio, según datos de los organizadores.
A las 8:15 de la noche inició la cita. En las pantallas, como formado por estrellas, apareció el famoso bajo Höfner que McCartney hizo tan popular. A continuación el ex Beatle, vestido con saco azul, y los cuatro talentosos músicos que lo acompañan desde hace más de una década se pararon en el escenario para ejecutar los acordes de “Eight Days a Week”, la primera de Los Beatles que provocó los movimientos del público. Después, como un impactante golpe, quiso demostrar que su sonido tiene total vigencia con la ejecución de “Save Us”, de su reciente disco: “New”.
En ese momento, McCartney sorprende tratando de hablar en español, apoyado de un discurso que tiene escrito en un papel pegado a sus pies. Lo lee: “Buenas noches San José. Estoy muy feliz de estar aquí, finalmente”. Después de esas palabras continúa con otra muy conocida: “All my Loving”.
El ex Beatle demostró que además de ser un legendario músico, sabe interactuar en todo momento con sus fanáticos. Es dinámico y trata de adaptarse a cada país con palabras muy locales. En cuanto a su extensa trayectoria hizo un repaso por temas importantes de Wings, banda que formó después de la disolución de Los Beatles. Así sonaron temas como: “Listen to What The Man Said”, “Let Me Roll It” y hasta “Band on the Run”, durante la interpretación de esta última, miembros de la seguridad del espectáculo tuvieron que auxiliar a una fanática que se había desmayado.
El show está divido en momentos electrizantes, momentos acústicos y momentos en que impacta la tecnología de su escenario con estructuras de luces que van cambiando de forma y tarimas que se elevan, como ocurrió con uno de los momentos más emotivos de la noche, cuando interpretó “Here Today”, canción dedicada a John Lennon, a quien llamó: “Mi hermano”. Durante esa canción, la tarima se elevó para llevar a McCartney a lo más alto frente al público. Otro momento de sorpresa ocurrió cuando soltó una impresionante pirotecnia al compás del tema “Live and Let Die”.
McCartney se despidió en dos ocasiones y regresó para cerrar la noche con algunas piezas emblemáticas como “Let it be”, “Hey Jude”, “Golden Slumbers” y “The End”. Así se despidió después de hacer el sueño realidad de más de 20,000 personas reunidas en el Estadio Nacional de Costa Rica la noche del 1.º de mayo, momento para afirmar que se había visto a un Beatle y que su música sigue vigente.
EL SETLIST DEL CONCIERTO EN COSTA RICA
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Esperamos haber contribuido con información de interés sobre este fenómeno que pasó por América Latina en 15 días para el mejor recuerdo.
Nos encontramos pronto
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